Seiko 3000 - CapÃtulo 33 - la
Autentica Revelación Se Halla
En Lo Más Alto
DÃa 28. Isla nº1, a 70 kilómetros de la costa de Jamber. Atardece.
En lo más alto de la yerma isla, estaba Ivon. Llevaba una capa como la de su hermana, grande con el blasón de la familia Aimier y con unos galones blancos en su hombro. Estaba recapacitando en lo que le habÃa sucedido el dÃa anterior al fresco ocaso que anunciaba un anaranjado sol moribundo. SeguÃa extrañando cosas. Tras el anuncio de su hermana como heredero de los Aimier, le llevaron hacia unos baños donde le limpiaron, curaron sus heridas, le dieron de comer en un gran salón rodeado de casi todo el mundo en aquella isla en una gran fiesta en la que el anfitrión pareció encoger de inmediato de los elogios y brillantes historias que decÃan aquellos guerreros a favor de una idea: la libertad.
Todos parecÃan alegres, incluso a los posaderos, que últimamente andaban decaÃdos. Hasta Casandra le lanzó unas miradas comprometedoras. Ivon sin saber que hacer acudÃa a su hermana, que hablaba con todo el mundo, feliz y reluciente.
- Oye, Alcoida… - dijo por lo bajo a su hermana cuando se hubo despedido de un grupo de mujeres de tez negra – Sigo sin entender porque tal ceremonia, ni siquiera me acuerdo. Solo se han basado en lo que tu les contaste sobre mi infancia.
- ¿Qué pasa, hermanito? ¿Acaso quieres que les diga que no lo eres?
- ¡No, no! Solo que, me gustarÃa saberlo por mi cuentaÂ…
- ¿Qué? – preguntó, dejando para otro momento charlar con unos hombres que se acercaba a ella, dejando hablar a su hermano.
- Verás, según me han contado, sólo saben que soy aimierano por ti, pero yo aún no se nada y hasta que no llegue ese momento no…
- No quieres ser un Aimier ¿Verdad…Ivon? – respondió su sabia hermana
- Bueno, si y noÂ… - la respuesta parecÃa la más acertada – Prefiero descubrir por lo que sea mis asuntos con esta familia tan necesitada de lÃderes y héroes.
Alcoida pareció entender perfectamente a su hermano amnésico. Quizás, antes de proclamarlo debieran asegurarse de su estirpe. Y necesitarÃan ayuda de los demás.
- Entiendo. Mira, hoy va estar complicado encontrar a alguien dispuesto a que nos eche una mano con ese asunto. Pero mañana seguro que podemos encontrar algo. No te preocupes y, venga – dijo incorporándose y uniéndose a la fiesta - acábate ese filete, se te quedara frÃo ¿No querrás decepcionar a estos amigos, verdad?
TenÃa razón. Juntos encontrarÃan algo. Más animado, por no decepcionar a sus valerosos defensores, accedió a charlar también con ellos. La tarde fue distendida. Aquà y allá, los isleños tenÃan miles de cosas que contar. Interesantes sin duda. Si fuera su futuro lÃder debÃa solventar los problemas como la tirantez en las relaciones con las clases obreras, generalmente pobres, y, sobre todo, en el dinero. Se destinaba demasiado en el Seiko mientras que la extracción de mineral era más barata y sencilla. Aunque contaminase más que el eco combustible como el Seiko facilitaba la vida de todo el mundo seguÃa siendo menos letal dispersa como residuo que como el Sele Seiko mortÃfero. Muchas cosas debÃan solucionarse y pronto.
A medida que llegaba la noche, la gente se iba del gran salón y dejando solos al grupo. Cuando cenaron sólo estaban Roberto, Yussuf, Casandra, Alcoida e Ivon. Les llevaron a otra sala más confortable y les trajeron una cena especial. Casandra les contó a los hermanos Aimier que los Deltario eran la familia más cercana desde que desaparecieron los Montepez, que tuvieron. Seguramente por eso la eliminaron de las primeras. Si se hiciera público la existencia de lÃderes aimieranos por su parte ella también tomarÃa las riendas de su familia. Sirena, que apareció súbitamente, les comunicó que de momento no dirÃan nada sobre los nombramientos, incluso a Eva, para evitar sucesos imprevisibles. Una sola palabra podrÃa cambiar las cosas.
Al amanecer Ivon se despertó renovado y con nuevas energÃas, habiendo dormido un montón. Era mediodÃa y un sol invernal clareaba sobre unas nubes altas, iluminando el terreno que Ivon vislumbraba desde la pequeña ventana de su habitación, minúscula pero acogedora. Vio cerca de la puerta de acceso a una chica entrenándose, era su hermana. Como no la habÃa visto nunca ejercitarse, se sonrojó pensando si era normal seguir el entrenamiento de su “hermana” estuviera bien. Era realmente espectacular. El ritmo, el contoneo y la fuerza en sus movimientos le embelesaba. Realmente sabÃa defenderseÂ…
- ¿Espiando a tu hermana, eh? – pregunto una voz a su espalda.
El respingo casi hace que Ivon se cayera por la ventana. Aunque Casandra no tenÃa intención de sorprenderle, Ivon lÃvido, golpeo una contraventana sin querer al darse la vuelta. El golpe contra el suelo asusto a Alcoida y se cayó al perder la coordinación.
- Ay… ¿Pero que demonios…? ¡Salva! ¡Serás imbéci…! – grito hacia la ventana donde se asomaba su hermano.
- ¡Lo siento! ¡Ha sido culpa de la posadera! ¡No deberÃa ir sorprendiendo a los demás! ¡Y mucho menos si están durmiendo! – dijo señalando a Casandra.
- ¡Eh! ¡He entrado porque te vi que estabas espiando a Alcoida desde el pasillo!
- ¿¡Que me estabas espiando!? ¡Salva! ¡Ahora veras! – y Alcoida, hecha una furia corrió hacia la entrada con el tridente. Ivon, previendo lo que podrÃa pasar se zafo de Casandra que le cerraba el paso preguntándole si acaso le gustaba su hermana.
Iba por el 1º piso cuando vio que su hermana subÃa velozmente las escaleras desde el piso de abajo con una mirada asesina. Casi derrapando con un pie, giro 180 grados y se dispuso a salir de allà como una bala. Jamás creyó que la pared estuviera tan cerca.
- VayaÂ… Si que tenéis energÃas cada mañana. Me has hecho dañoÂ… - dijo Yussuf.
Como iba cegado para no cruzar una mirada con Alcoida no se fijo que Yussuf iba por ese pasillo. La pared con la que habÃa chocado le habÃa endosado un derechazo y ahora Ivon yacÃa en el suelo, exhausto, vapuleado y con una expresión cómica.
- ¿E… estas bien, Yussuf? –pregunto Alcoida perpleja de la resistencia de Yussuf al golpe de su hermano y de su “regalito”
- Un poco de ejercicio no le viene mal a nadie – dijo crujiéndose los nudillos. Después dedico un guiño a la aimier - ¿No es verdad, Alcoida?
- Si, si… - dijo está poniéndose colorada. Fue hacia su hermano que se comenzaba a levantar.
- Ya te vale. Esto te pasa por ser tan nervioso – le recrimino su hermana.
- Parece que me ha pasado un tren por encima – Dijo. Aunque lo dijera, no parecÃa tener ningún golpe después del golpe. “Menuda resistenciaÂ… Asà aguanto tanto en la sala de torturas en Yastrai. Le enseñaron bien en el ejercito”
- ¿Vosotros querÃais información sobre los Aimier, no es asÃ? – pregunto Yussuf buscando entre un abultado dossier que llevaba consigo.
- Si es posibleÂ… - dijo Ivon. Casandra apareció por las escaleras pero no quiso presentarse allÃ. Se quedo esperando en un rellano.
- Aquà esta… - dijo aliviado el isleño – Hemos tardado en dar con los hombres adecuados, pero si a estos os añadimos en la lista, no supondrá más dificultades
- Un ex militar, un informático, un especialista en… ¿La COGESEK? ¿Qué demonios? – dijo Ivon ojeando la carpeta que les entrego Yussuf.
- No me digas que eres tan corto de miras, Salva – dijo acusándole – Hasta tu hermana lo intuye ¿Verdad?
- La verdad es que no – dijo Alcoida. Ambos se sorprendieron. Hubo un corto silencio – ¿Para que los habéis buscado? ¿Son traidores a vuestra causa acaso?
- Esperaba que hubiéramos tenido más tiempo – explico el isleño – pero un soplo nos ha dicho que planean mover los archivos de la COGESEK a otro lugar.
- ¿Y donde están ahora? – dijo Ivon sin esperar una respuesta mala.
- En la torre nº1 de Jamber. Tenemos 2 dÃas para preparar un plan. Me tengo que ir Y sin más desapareció. A Kas le iba a dar un desmayo. A Alcoida se le atraganto la saliva. Pero quien peor lo paso fue Ivon. SabÃa justamente a lo que se enfrentaban.