En la Tierra Del Qué Dirán
10 de abril de 2008
por khas
Estamos gobernados por la sensación extraña del qué dirán.
Así es amigos, ni los precios de la soja, ni Bush, ni el FMI nos manejan el destino, sino el qué dirán. Bueno, en parte los otros muchachos también, pero eso es otra historia.
La historia de la dominación humana se puede dividir en dos: por un lado quienes dominan (el precio de la soja, Bush, el FMI) y por el otro los dominados. Pero hay un tipo de dominación que es aún más peligrosa: la que está en nuestro interior.
Sí, en este caso dominado y dominante se fusionan y entremezclan, por procesos socioculturales difíciles de diferenciar. Y entonces nosotros somos los mismos que "nos damos con un caño" para conformarnos en nuestros déspotas, y dejamos de hacer cosas o las hacemos sin el más mínimos interés. Lo hacemos por el qué dirán.
Yo englobo en esta frase a todo aquello que nos restrinje en nuestros deseos, haciéndonos actuar de forma diferente a la que nuestro corazón nos dice. Es la pulseada ganada por la mente, la que derriba pasiones y forja tapujos.
A veces estos actos son necesarios para la convivencia social pacífica. Yo, que vivo en departamento, no puedo salir a la ventana desnudo, aunque lo quisiera, por motivos de decoro. Esto me juega en contra para secarme el pelo rubio y largo al viento, así que debo hacerlo con el maldito secador.
Pero en cambio, hay otras motivaciones que tiran abajo a la misma sociedad, pero por tradición o vaya a saberse qué otro motivo estúpido, nos inhibimos de hacer. Somos de esta forma cómplices de nuestra ceguera. El ejemplo que se me ocurre ahora es lo mal visto que está decirle a un compañero de trabajo o a un amigo archiquerido que uno lo ama. "Amar" en el sentido de quererlo, no de desearlo sexualmente. Enseguida saltan los epítetos menos buscados, como "trolo", "puto", "maricón" y otros aún más groseros. Es que si uno dice lo que siente se arriesga a ser discriminado. Malpensados, ignorantes, etc. terminan dominando la situación.
Es por esto que digo que no debemos ser cómplices del qué dirán, y que actuemos de acuerdo a nuestro corazón y buen entendimiento.
Soy un defensor del librepensar y por ello me refiero a esto, para que ningún gil ponga piedras en nuestro camino y tampoco lo hagamos nosotros de manera inconsciente.
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Clap, clap, clap. Excelente. Coincido en cagarme en el que dirán. Siempre digo, que ya no pretendo cambiar el mundo, pero si evitar por todos los medios que el puto mundo me cambie a mi. Abrazo.