Quién ha sentido amor, compasión y apatía por la humanidad es en ocasiones una persona debil. Débil por qué se preocupa por lo que otros olvidan, débil por que teme a perder lo que otros han dejado ir, débil por aferrarse a no perder lo que le llena de felicidad. Se dice debil pero se siente muy bien, por qué cómo humano me importa en dolor ajeno, importa el bienestar de todos y aunque en ocasiones me gustaría no sentir nada por nadie es imposible, ya qué fuí educado, adoctrinado por valores que hoy se van perdiendo y es que el motivó de mi existencia no es trascender cómo un mártir sino ser recordado cómo un amante de la humanidad, de la familia y del bienestar social.