Si hubiese sabido que aquellas palabras que pronunciaste mientras caminabas hacia la puerta iban a ser las últimas, no te habría dejado marchar. Si hubiese sabido que aquel abrazo no iba a volver a repetirse, no habría sido capaz de separarme de ti. Si hubiese podido imaginarme que no iba a volverte a ver, quizás te hubiese obligado a quedarte.
Ahora no le temo a la pérdida, sino al olvido. No le temo al no volver a verte, sino a no recordar nunca más tu voz, tus palabras, tus susurros, tus momentos en verso, en prosa, los momentos en los que eras poesía.
Me niego a no volver a recordar tu forma de andar, tu olor.. Pues no existirá jamás mejor aroma que el tuyo cada mañana con un toque de café.
Si hubiese sabido que no ibas a volver, tal vez habría guardado en un baúl todos tus recuerdos. Una pequeña cajita con tu voz dentro, una caja grande, la más grande que haya, para guardar tu risa; pues no hay sonido que llene más un vacío que ese, que tu risa. También habría guardado un trocito de ti, de mí, de nosotros. Un nosotros que no volverá a ser sin ti.
No estás, te has ido. Ahora, no le temo a la pérdida, pues ya no estás; ahora le temo al olvido, a no recordarte.

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1 Comentarios

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  Sandor

  ...Dios mío, qué belleza de texto.!..Nunca hasta hoya había leído nada de ti, y te he escogido al azar en este revoltijo de autores, primero "Recorriendo tu espalda", y ahora este bello texto en que haces que el alma se tiña de bellas, bellísimas imágenes.
  Un saludo amigo
  Carlos

  21/05/14 03:05