Conozco tu espalda como conoces tú Nueva York; cada palmo, cada esquina, cada calle, cada avenida... Y es que podría recorrer cada día tu espalda con las yemas de mis dedos que no me cansaría jamás. Todavía no sé muy bien como es, pero de momento llevo contadas cuatro calles y dos avenidas. Donde fallo es en encontrar los callejones en los que escondes tus dudas y tus miedos, que es lo más jodido, pero lo que más dice de ti. Tardo en descubrir esos escondrijos, pero no me doy por vencida, pues no es imposible, tan solo cuesta un poco más.

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