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Ciertas Cosas que No Recuerdo

Si claro obvio, empezamos con los amores contrariados y todo eso, no quiero decir que siempre todo hubiera tenido esa pasividad inmisericorde por mediod e lo cual un beso se acerca a un ejercicio. Vivíamos basicamente de nsotors mismos, quiero decir, de nuestros impulsos. Nos guíaba de ciera manera la gana y en cierta medida el amor. Digo enc ierta medida porq no es rasero que mida todo, ese tipo de cosas no existen, o más bien existen muy poco, y les llaman tristeza, odio. Me despartaba enredandole el cuello, enmarañando su cabello; me despertaba con sus ojos, sus labios en mi boca. Pronto aprendí a morderle como a ella le gustaba, a usar el intercambiaador del televisor, a tragarme el sabor amargo de la yerba simple y dulce. Pronto ella aprendió a preparar el café tierno y debido, a contemplarme en silencio meintras yo, en silencio, le contemplaba. Y simepre la ncohe nos llevaba a la cama donde la perversión tenía su justa medida, donde la mrobosidad conllevaba condiciones tácitas, específicas, nuestra pequeña constitución del sexo, nuestro manisfiesto de los líquidos genitales; luego venía una lluvia asombrosa en bogotá de los dosmilseiscientos bella y quieta para nosotros; abierta como una ammante. Y los brazos nos dormían. De día caminábamos para perder el tiempo, y así nos fuimos amando, dejando correr el agua del río, contemplando como en la espuma de esas aguas naufragaba a gritos la desesperación. La dulzura era un germen que evitábamos contagiar, el candor un mal presagio; salvo el deseo todas las cosas buenas se redujeron a una ecuación básica: tanta gana es proporcional a tanto deseo me quiera permitir. Bogotá en esos días era una ciudad impávida, un monumento hermoso en la memoria, como algo que no sucede y no está lejos de terminar. Yo fumaba detrás de las cortinas, y allí me tendía a dormir. La noche era pálida y ruidosa, la risa de una niña en un carrusel. Luego descubrims juntos las pijamas largas. Eran tiempos difíciles, pero no le llamábamos desamor, era un contagio visceral, cierto patriotismo enclenque, con cierta rigurosidad, Yo me quería quedar callado para toda la vida. En realidad tanto silencio es lo que realmente afectó. ahora que lo veo: Bogotá siempre ha sido una ciudad silenciosa, un largo silencio en el ruido de mi alma.
Kolino01 de julio de 2011

1 Comentarios

  • Kolino

    Bueno es le primero aqui, espero sea de su agrado,

    01/07/11 05:07

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