Es gracioso ver como a veces tus deseos mas profundos llegan a parecer cumplidos, y solo los separa del cumplimiento una delgada película llamada realidad.
Desde ese día Patricia buscaba mil excusas para ver al nuevo vecino, iniciando por convencer a su propia mamá de hacer la visita de bienvenida, llevando un paquete de galletas Oreo como regalo a la nueva familia.
El se presento con la amabilidad que lo caracterizaba desde niño y ella casi se desmaya al sentir que su piel y la de el se unian en un romántico apretón de manos, no era un apreton de manos rustico cargado de testosterona y machismo, al contrario, llevaba un equilibrado sentido de delicadeza para tratar a una dama y firmeza para seguir adelante a pesar de las dificultades. Pero la visita fue tan breve que apenas se presentaron las familias y se dijeron algunas palabras protocolares, se escucho de la boca del señor Orlando, el papá de Patricia.
-Estamos a la orden, no se preocupe por molestar, nosotros estamos a la orden aquí al lado, fue un placer conocerlos...- Siempre con su sonrisa caracteristica que le hacia cerrar los ojos levemente. -Hasta luego.-
La puerta se cerro y Patricia quedo paralizada un instante;deseaba ser un fantasma para poder atravesar las paredes y ver a su futuro esposo destapando las galletas, ¿le gustarían como a ella, las de vainilla?... aunque seria mejor por un instante ser una galleta, pues ellas podian estar en sus labios para luego ser parte de el.
-Muchacha vamos para la casa.- le dijo su mamá mientras le halaba un brazo.
-Seguro te enamoraste del muchachito.- dijo, en su sabiduría materna.
Está muy bueno Kuei. Podrías avisarme cunado publiques lo que sigue?.
Saludos revolucionaros.
Gastón