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Gris.

Cuando las dudas aparecen, cuando un mal día se sucede con el siguiente, cuando todo gira a tu alrededor sin ningún control. En ese momento, en ese preciso instante, es cuando te flaquean las piernas, te falta la respiración, la vista se nubla y todo es gris, como un día lluvioso de abril.
Un día lluvioso de abril… Quizás para muchos es un día más en el que se mojarán cuando salgan a la calle, para él no. Para él salir a la calle y mojarse no es problema, el problema viene cuando sale a la calle y se da cuenta de las cosas… Nada es igual, nada es diferente, ya nada es nada.
No quiere salir, está mejor en su cárcel de cristal, protegido de todo mal, de todo dolor, de todo lo que ahí afuera está ocurriendo. Su cama, su habitación, una coca-cola, música de fondo y la mirada perdida de alguien resignado al cambio de la nada por la nada.
No es por nada en especial, pero a la vez todo tiene su parte de culpa. Y sí, él también se siente culpable. No sabe exactamente qué le pasa, pero le pasa, no sabe exactamente el motivo, pero lo hay, no sabe exactamente cuánto tiempo lleva allí, con la misma coca-cola que ya no tiene gas, como su energía, como él, ha perdido la fuerza y todo se reduce a un sabor dulzón en la boca.
Y al fin y al cabo… Para qué sirve todo lo que ha hecho, todo lo que ha vivido si ya no tiene gas, no tiene fuerza. Es una pregunta más que hay que sumar a todas las que le rondan por la cabeza, ocupada en intentar resolverlas para no pensar en lo demás.
Están solos, él y sus pensamientos, en una tarde de abril que no es como las demás.
Kvothe13418 de abril de 2013

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