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La Dernier Promesse

Muchos no entienden en realidad por que es que la amistad entre un humano y una deidad es imposible, todos tienen una idea errada…

Existió hace ya un tiempo un niño llamado Jhoa que vivía en un gran campo alejado de los poblados, por lo que carecía de amigos. Un día en una de sus excursiones por la cascada Jhoa encontró una cueva tras ella y sintiendo más curiosidad que miedo se adentro en ella. Al final, encontró un gran cofre de madera tallada y recubierto con oro en cuya tapa se encontraba un sello con la figura de una deidad.
Jhoa rozó con la yema de los dedos aquel tallado tan delicado y de repente el sello empezó a brillar con una intensidad que lo cegó por momentos. Al abrir los ojos encontró con una niña que se hallaba sentada sobre el cofre, su cabellera rubia y radiante como el sol caía suelta hasta la cintura, y su delicado vestido blanco llegaba hasta el piso.
Jhoa miro atónito a la criatura que se presento como Franca, una Diosa custodia. La niña estuvo encerrada en ese cofre por muchísimos años y solo podía ser despertada si una persona de corazón inocente encontrara el cofre.
Más allá de sus inhumanas y delicadas facciones, la niña era como cualquier otra persona de corta edad, se hizo gran amiga de Jhoa quien había vivido sin compañía toda su vida. Juntos jugaban por las mañanas en los prados, pescaban al mediodía en el borde de la rivera y colectaban luciérnagas en las noches. Jhoa siempre se levantaba temprano he iba a la cueva a liberar a Franca del cofre, y juntos se divertían toda la tarde. Así Jhoa paso una infancia como muy pocas, alegre y distante de preocupaciones.
La amistad de franca y Jhoa duro muchos años, tiempo en el que se hicieron muchas promesas, como que, sin importar lo que ocurriera ellos siempre serian buenos amigos y que no importa donde vayan siempre estarían juntos.

Un día Jhoa se levanto casi tan temprano como siempre, pero una sensación nueva lo invadió, se detuvo y vio su casa, igual desde que había encontrado el cofre. Las cosas empezaban a quedarle pequeñas, lo que antes le gustaba ya no eran de su agrado. De repente quiso tener una casa mayor. Pensó en Franca tan hermosa cuan princesa, aun siempre encerrada en el cofre en esa húmeda cueva, y como debía hacer algo por su amiga.
Jhoa siempre había sido muy hábil tallando figuras y demás, así que tomo sus cosas y sin decir Adiós, ya que seria muy duro, se encamino a la ciudad con la determinación de ganar mucho dinero.
Paso un año y Jhoa gano mucho dinero, pero no volvió, cegado por la ambición de tener más fortuna.
Paso un año, dos, tres, cuatro, y cinco, y la promesa que Jhoa le había echo a Franca con confianza se rompió.
Jhoa volvió al quinto año a su tierra, demolió su vieja casa he hizo construir allí una mansión muy lujosa. Una vez terminada, se fue a la cueva para liberar a Franca y llevarla a su nueva casa, pero al rosar el sello este no reacciono.
Desde el interior del cofre una voz dulce y muy conocida, llena de pena pregunto: -¿Jhoa eres tú?
-soy yo-contesto este, feliz de escuchar a su amiga- ¡he vuelto y he ganado mucho dinero! Construí una mansión digna de ti, ven a verla.
-¿por que te fuiste tantos años sin mi Jhoa? ¿Que paso con nuestra promesa?- pregunto Franca con una voz solloza. Jhoa sintió un gran golpe de culpa en su corazón y se excuso rápidamente.
-fui a buscar dinero, para darte un mejor lugar para vivir-
-Jhoa yo no vivo en este cofre, los Dioses custodios vivimos en el corazón de las personas, solo los de corazón inocente nos pueden dejar salir pero ahora lo corrompió tanto al tuyo la codicia que como ves, no me puedes liberar.

Jhoa se sintió devastado por el error que había cometido, se sintió tonto por creer que el dinero importaba tanto como para romper una promesa con un amigo, y entre lágrimas se alejo de la cueva.
No tubo ganas de entrar a aquella gran casa vacía y se desvío hacia el bosque, allí encontró en su camino una piedra, de las que el usaba para esculpir y supo lo que debía hacer.
Tres días después, Jhoa volvió a la cueva he intento varias veces comunicarse con Franca, luego de muchos intentos, del interior del cofre se escucho la dulce voz de la Diosa custodia. Jhoa sonrío y deposito sobre el cofre la estatuilla más delicada y hermosa que pudo esculpir jamás. En la que aparecía una persona con alas, una blanca y esplendida, y una negra y demacrada. La mitad de la persona estaba oscurecida, sin embargo del lado blanco y pulcro se extendía una mano con un corazón.
-¿que es eso?-pregunto Franca con su dulce voz sorprendida.
-mi ultima promesa-contesto triste y a la ves feliz Jhoa- en esta figura muestro la realidad de mi corazón, y que una gran parte ya esta oscurecida, pero todavía hay una parte buena, lo se por que aun te ama como cuando éramos niños. Esa parte, no importa lo que haga, lo que me pase o que tan lejos estemos el uno del otro, esa parte de mi corazón siempre será tuya.
Jhoa se alejo de la cueva, y nunca más pudo volver, ya que un año más tarde la cueva se derrumbo, y la entrada, como el corazón de la Diosa quedo destruida.

(…) la verdadera razón por la cual esta amistad jamás puede darse es por que un humano nunca podría mantener intacto y sin daños un corazón puro.
Fin
Lagartija
Lagartija18 de agosto de 2011

2 Comentarios

  • Alexo

    buena historia, con fantasia me gusto.. un saludo

    18/08/11 11:08

  • Lagartija

    gracias :)

    19/08/11 12:08

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