El mundo está repleto de misterios incomprensibles. Pero por extrañas que sean las cosas, las personas siempre están allí. Siempre observan. Siempre interfieren. De lo contrario todo sería una mera ilusión, una fantasía pasajera. Los hombres... La gente... Las personas.
Y precisamente las personas son los seres más extraños que existen. Ese desconocimiento de cada mente, de cada ser, de cada planeta diferente al que pertenecemos cada uno.
Somos el resultado de una imperiosa fisiología sincronizada, influenciada inevitablemente con el paso de los segundos, con sus constantes cambios que son guiados, de alguna manera, a nuestro reloj genético.
Somos la eventualidad de una anomalía, somos adictos a las cosas que no llamamos adicciones. Somos asesinos, miembros del gremio de ladrones que puebla esta podrida Tierra de burlas e ilusiones.