Que su frente descanse sobre la mía,
que las palabras se vuelvan innecesarias,
que nuestras manos se toquen,
y lo mejor, que el silencio no sea incómodo, sino perfecto.
Era poesía. Toda ella. Entera.
El mejor libro que jamás leyera.
Reunía los mejores versos escritos, y aquellos que aún no se habían escrito.
Sus piernas... sus piernas eran la portada del l...