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El Reloj Cucu

Muchas cosas recuerdo de esa época, hace unos diez años, pero hay una en particular que siempre me gusta traer de vuelta a mi mente porque refiere una especie de analogía sobre el caminar constante en esta vida finita.
Hoy en día existen infinidad de variedades de relojes: digitales, análogos, de pared, de mano, de bolsillo, inteligentes y hasta un ferviente seguidor de lo clásico seguro tendrá uno de arena. El celular, como la herramienta tecnológica por excelencia, ha ido desplazando el uso de los relojes convencionales; en aquellos días existía un reloj que siempre llamo mi atención, el recuerdo es vago pues ha pasado casi una década desde que lo vi por última vez y quizá inventaré un poco: colgado en la pared, una casa miniatura con un pequeño balcón, en la ventana principal un reloj de manecillas y por debajo tres péndulos colgaban de él. Cual reloj inglés, puntualmente este indicaba el inicio de una nueva hora, de la casa se disparaba un pequeña ave, la onomatopeya cucu-cucu emanaba de su pico un par de veces durante unos segundos y al finalizar regresaba a su morada a esperar la hora siguiente y repetir el ritual. No había nada extraordinario en ese reloj pero siempre me cautivo una particularidad: para que este funcionara los péndulos tenían que ser elevados mediante el sistema de poleas que tenían, cada movimiento de las manecillas y cada nuevo despertar de aquel ave cantora recorrían un poco los péndulos hacia abajo, si en algún momento el olvido llevaba a que los tres llegaran a la parte más baja, el reloj simplemente dejaba de funcionar& y en definitiva la vida es así, necesitamos de cuerda que nos ayude a seguir en el camino pero tristemente nos hemos vuelto relojes digitales que solo se conectan para ser recargados y entonces levantarse por la mañana, viajar entre el cúmulo de otros digitales en el trafico eterno de la ciudad, llegar a un trabajo para generar riqueza para alguien más, regresar a casa y repetir el mismo patrón día tras días para esperar ansioso un fin de semana, un lunes festivo, un periodo vacacional o algo que nos permita desprendernos del cargador y poder tirar de nuestros péndulos para darnos cuerda.
Cada acción puede representar un nuevo tirón a esos péndulos, un buen chiste puede ser uno pequeño, una pizza para que uno la pueda devorar solo es, en definitiva, un tirón más grande para un gordo como yo& un beso de la persona amada, una canción de queen, una película al lado de los seres queridos, un buen libro, una llamada inesperada, un reencuentro con aquella persona dueña del reloj, disfrutar la plenitud de un amanecer o un atardecer, un regalo de mi madre o una sonrisa de mi bebé.. Todos ellos grandes movimientos a los péndulos que me dan cuerda, que me mantienen vivo, que me hacen salir y gritar mi nuevo canto de felicidad cucu-cucu
Leonidas22 de marzo de 2018

2 Recomendaciones

5 Comentarios

  • Clopezn

    Bella metáfora de esas pequeñas cosas que nos hace sentirnos vivos.
    Un saludo

    22/03/18 11:03

  • Remi

    Muy bueno Leonidas, ayyy la existencia tan marcada por los horarios, olvidamos la belleza de lo simple que nos hace sentir.
    Un saludo.

    23/03/18 07:03

  • Leonidas

    Hola! Gracias por sus comentarios, me da mucha emocion y gusto q haya agradado, es la primera vez que me atrevo a subir algo que escribí y me alegra bastante ver sus comentarios positivos. Excelente fin a todos!

    23/03/18 08:03

  • Diegozami

    Hola Leonidas, comparto, la metáfora es original, todo lo contrario a la rutina no ?...pero por suerte tenemos la imaginación de aliada.

    Me gusto.
    Un saludo gentil.

    23/03/18 10:03

  • Leonidas

    Hola Diegozami. Definitivamente la rutina es lo q va terminando nuestra esencia sin darnos cuenta. Gracias por tu comentario

    24/03/18 05:03

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