-Olvídame padre, hoy seré huérfano de tus intenciones. Respétame madre, el fracaso nos hará sentirnos vivos.
El insomnio, la infinita publicidad engañosa, noticiarios alentándote al suicidio, pesadillas esquizofrénicas, guerras contra nadie y una crisis eterna, son el rompecabezas de una civilización enferma. Pobreza interna y externa en los rostros de las personas al caminar, revolución contra tu prójimo, estableciendo que está bien y que es mal, mientras la libertad pierde su significado.
Si la inocencia es sanidad el mundo está infectado, lo escribo postrado en la oscuridad esperando mi hora de ser contagiado. ¿Y cómo no infectarse? Si todo tiene intención, la verdad se volvió relativa y el amor tiene respuesta científica. Pero al decir eso, la gente habla con fe y esperanza sobre la magia de la vida, de los sueños, de lo maravilloso que es llegar a anciano con otra persona de la mano, se vuelven palabras que salen de bocas fétidas, ni ellos mismos se la creen y en el momento de actuar, solo transpiran inconsecuencia y se esconden en errores ajenos.
La tecnología por su lado se volvió en el nuevo mesías, que en sus depresiones nos hace dormir, la humanidad y su morbosa mente, que logro que Dios asesinara a su hijo cuando lo volvió humano.
A veces pienso que solo somos un experimento, que nos tienen ocupados con temas políticos, debates circulares, adiestramiento educacional y todos los síntomas que uno pasa para llegar a anciano. Y que la verdad es el sobrevivir, que el final es el silencio eterno, que la libertad son las caricias ocultas dentro de nosotros, que los sueños los vives en acciones y que tu soy yo maldiciendo la vida y que yo seré tu cumpliendo mis sueños.
Padre nuestro se han incendiado los cielos.
Santificado, se olvidó tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágas
