Una noche más para ver la oscuridad, para viajar con la soledad.
Una día menos, una esperanza frustrada que señala al reloj.
¿Habrá un sitio para sangrar en paz? ¿Oh la eterna espera hacía lo desconocido, nos llevará a olvidar todo?
Amigos y amantes que puedo recordar. El bien y el mal fueron solo palabras en mi vida.
Ve y dile al amanecer que puedo escuchar sus pies deslizándose, queriendo incendiar la carne y los huesos de esta ciudad sin alma. Dile también que me iré sin decir adiós, cabalgando por veredas rotas hasta encontrar mi propio nombre.
En mi país de polvo, donde mis labios son las fronteras, mis manos la economía, mis ojos la bandera y mi vida la guerra.
Tomaré de la mano a la noche y la apuñalare directo en el corazón, para limpiar mis heridas con sus lágrimas. Subiré a la colina más alta donde deje horca, rezaré por el perdedor solitario que no tiene tumba y duerme en las piernas de la gran ramera, soñando con las caricias del Armagedón.
Algunos nacen y otros están muriendo, pero todos encerrados en esta noche. ¿Dónde estoy? ¿Dónde estás? Los segundos no se detienen por más que me hunda en los recuerdos, por más que me mueva en el silencio. La bomba de tiempo conectada al cerebro explotara en cualquier momento, dejándonos desamparados en la infinita oscuridad de los rostros ajenos a estas palabras.
