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Historia de un Uniforme (sin Nadie Dentro)

Nadie me mira, salvo mi mujer. Creo que es porque me quiere.
Unos pasan sin mirar, otros lo hacen por un segundo pero a través de un cristal, sin mojarse.
Antes tenía ganas de gritar y era más fácil. Ahora me dan ganas de llorar y no sé como afrontarlo.

Estoy siendo un maleducado por no presentarme siquiera. Hola, soy un uniforme vacío, de color azul para más señas y me gustaría tener alguien dentro pero lo cierto es que no puede ser. La gente que me rodea se empeña en que sea así y son ellos los que crean la realidad. ¿Qué puedo hacer yo?
En los últimos tiempos me ha dado por pensar en ello y quiero hacer un experimento: Voy a tirarme en medio de la calle, una calle transitada a ser posible, e intentaré observar la reacción de la gente. Tengo el convencimiento de que nadie preguntaría, de que nadie haría. A lo sumo saciarían su curiosidad mirando. Estoy seguro de ello, pero siempre me he considerado un uniforme riguroso, por ello quiero hacer la prueba.
En honor a la verdad he de reconocer que alguna persona si te mira. Se fija donde deberían estar los ojos de quien me llevara y por un momento me siento más erguido, más tangible, pero cuando esta persona se va, me desinflo y me dan ganas de llorar.
En este mundo mío existen muchos otros uniformes, aunque a decir verdad no tengo claro si los otros van con persona o sin ella dentro. Algunos de estos uniformes son iguales a mi y otros no, otros llevan bonitas insignias y se ocupan de controlar a los que son como yo, aunque no tengo claro que hagan bien su trabajo, porque no suelen saber si lloramos o no y deberían saberlo. Un uniforme que llora puede ser peor que uno que grita.
Ha llegado la hora. Estoy en una calle céntrica de una ciudad cualquiera. Me paro. Miro a un lado y a otro. Me dejo caer. Igual que un globo que se desinfla. Ahora soy un trapo azul en medio del asfalto. Las personas que estaban próximas a mi parecen dudar un momento, me miran por un segundo y luego… siguen.
Pasan los minutos y ya nadie parece prestarme atención. Una mujer joven con tacones me pisa al pasar pero afortunadamente los uniformes no sienten dolor.
La tarde va pasando y un grupo de chicos decide jugar conmigo al fútbol, para ser más exactos me utilizan como pelota para ellos jugar al fútbol. Se cansan pronto.
La noche cae y el tiempo refresca. No sé exactamente que hora es pero yo sigo en mi lugar a escasos metros de donde me dejé caer. Al final aparece un nuevo uniforme. Este es de un color amarillo fluorescente. Viene hacia mi y me recoge. Me parece que aquí acaba el experimento. Estoy en el camión de la basura y doy por cierta mi teoría. Siempre fui un uniforme riguroso.
Lopez05 de diciembre de 2009

1 Comentarios

  • Mejorana

    Tu texto de presentación me ha encantado
    Lo encuentro divertido y trágico a la vez. Pero muy original.
    Somos muchos los que vamos por el mundo metidos en un uniforme vacío del que nadie se da cuenta.
    No somos más que un uniforme.
    El texto me ha gustado mucho porque se sale de lo común.
    Tan sólo lo he encontrado un poco largo para leerlo en una página de internet.
    Cuando pase un tiempo, verás que se podía pulir y quitar lo innecesario para conservar con más fuerza su esencia y el mensaje que pretendes dar.
    Te doy mi bienvenida a esta página, y espero leerte con frecuencia si me sigues alegrando la mente como lo has hecho en el día de hoy.
    Un abrazo.

    05/12/09 08:12

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