Anduvo y anduvo por un sueño espumoso. Buscaba una firmeza que le permitiera erguir su talla.
Maldijo la fisura que recordaba su desequilibrio. Injurió al tropel que le impedía un contacto con la suerte. Renegó del frustrado ardor embutido entre arbitrariedades.
Barajó un claro entre pensamientos sueltos, reunió alguna que otra intención y, al comprender su nulidad, se entregó al aguacero.
COnciso pero excelente texto...saludos