Persigo estrellas sin entender su claridad.
No me importa la sangre de su brillo
tanto como su afilada eternidad.
Y si cuanto más callo, más chillo,
probemos a hacerlo de verdad.
Puedes ser el incisivo cuchillo,
que amenaza mi tranquilidad.
El miedo que me deja atrás
y que me transforma en niño.
Si eso quieres ser, tuyo es el puesto.
No me quejaré sin razón alguna,
ni salvaré mi orgullo si protesto
por la partida que juega la fortuna.
La misma que el futuro acuna,
y que deja sin sentido al resto.
Ahora pregunto qué es esto,
y vacías responden las tribunas.
Adelante con tu plan inconsciente,
de disfrutar el presente
al lado de un cronista.
Seguiré inventando rimas,
que mi ansiedad expriman
y tu soledad desvistan.
Fúgate a mi espacio sintiente,
donde mis promesas estiman
que tus caderas no resistan.
Aquí no somos, allí no estamos.
Tal vez existan,
otros mundos. ¿Vamos?
Si no los hubiera,
los creamos.
Al lado de un cronista, la vida sabe mejor.