Escribo con tinta verde.
No rimo.
No me gusta perder
el tiempo.
Hoy no rimo.
Quizá otro día.
Estaba leyendo a Hovik,
a la luz de la penumbra.
Merece la pena
cansar la vista
con el verso.
Ayer deseé que el puto bar
ardiera hasta los cimientos.
Calcinado de conocerle,
señor portero.
¿Insultas a los clientes?
Espero que pases a engrosar las listas del paro,
subnormal.
Me desperté en una casa que no era la mía.
Habría querido dormir acompañado, pero ella no quiso lo mismo.
Concurrencia de inoportunismo.
A veces, solo a veces,
sigo pensando que pienso demasiado.
Y me va a dar mucha pereza transcribir esto.
Pero lo haré, quién sabe si por egolatría
o por necesidad.
La poesía, que es todo lo que yo creo que hago bien,
no merece ni busca explicación.
Y me gusta una chica.
A ver cómo lo hago.
Igual es que tengo el corazón enfermo.
Debería ir al médico.
Y sigo sin poder escribir de
los problemas del mundo.
Y echo en falta más realidad de la que encuentro,
al tratar con gente que se
ha muerto y ves en sus
ojos que aún no lo sabe.
Me duele el hígado.
La garganta me sabe a noche.
Y me he emocionado
porque mientras leía,
escuché una versión
melódica de
"Eye of the Tiger".
Llueve en las calles.
Y menos mal
que después de
tanto tiempo,
llueve también
aquí dentro.