Pasé de lobo a jaguar,
con mejor visión lateral.
Gato tuerto que aprenderá
a valorar lo que quiere
y a no esperar más.
Me regalas tus joyas,
viejas piedras desgastadas
en el fuego de Troya.
Todo por ti, dama bien hablada,
estuve a punto de perderte
y no conseguir nada.
Acaricias con pasión
mi boca y no me dejas elección;
ha llegado nuestra hora,
huésped duradero de mi corazón.
Me devoras con tus manos,
y rompes mi caparazón,
versos consagrados
al son de tu canción,
reina de Saba,
mejor vicio que el ron,
manos atadas,
no me dejas elección.
Tu destino estará escrito:
cuéntame al oído
por qué tu empeño,
tu sana afición,
a dejarme sin palabras
cuando te digo
que necesito acción.
Sería imposible
no quererte tal cual eres,
aunque te dijera
"no hace falta que me esperes".
Arma de doble filo,
subes la tensión,
hieres muy profundo
y no me dejas elección.
