Este es un regalo
escrito antes de tiempo.
Esto es una idea
apañada con pocos versos.
Quizá mediante
Nuestra Señora de la Encina,
o por puro talento
que solo espera propinas.
Una de esas noches descoloridas,
en las que la Historia invita
a beberse las horas perdidas,
me propuse escribirte algo
que pudiera alegrarte el día.
No sé más de poesía
que de cualquier otra cosa,
pero aún haciendo de espía
buscaré en el corazón
a ver si jocosidad y verdad
entran en el mismo saco.
Para que con tu risa
la vida solo dure un rato,
y pueda guardar en caja de zapatos
el porvenir, y la fortuna
si alguna vez consigo
retornar a mi cuna.
Una estrofa más,
Sampira defensora de Tauro.
Mi poema avanza raudo
a su inevitable fin de semana,
como cuando tú te vas
a la tierra que te vio nacer
y nos entra la desgana;
maldita regla de tres.
Recuperas la virtud berciana
empuñando tu Cruz de San Andrés.
Últimas palabras,
no me enfrentaré más
ni diré nada nuevo
de lo que ya me has oído.
Que tu pelo en llamas
siempre sea el recuerdo
de todo lo que eres
y de todo lo que has sido.
Se despide, hasta otra:
un rebelde con causa
y poeta sólo el siete de abril.
También cantautor de voz rota,
hombre de prisas sin pausa
y naufragado en el río Sil.
