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El Pintor.

Lleva una semana esgrimiendo el pincel, apenas duerme ni come. El pintor sigue dando trazos para materializar la gran creatividad que golpea su cabeza de manera pulsante, como la sangre que se agolpa en una vena o arteria en la que los glóbulos rojos se precipitan en tan gran velocidad por el torrente sanguíneo que lo notamos en el cuello. No tiene más remedio, pues su amada y querida compañera se encuentra gravemente enferma. Necesita unas medicinas muy caras para volver al estado normal de salud y el pintor se debate entre el tiempo en contra, los cuidados a su amada morena enferma y la calidad exigente que le tiene que dar al cuadro, para que impacte al comprador o compradores, un dinero que tiene como fin poder pasar más tiempo con su querida compañera de toda la vida, con ella que sufre una enfermedad cruel que puede que le arrebate el aliento.
Noche cerrada… Velas gastadas iluminan pobremente la estancia del pintor.
Le duelen los ojos de tanto forzar la vista. Un miedo tremendo le invade, el terror de no poder acabar el cuadro.
Su querida y febril compañera, que yace en otra estancia, se debate y murmura en sueños en voz alta por culpa de la cruel enfermedad que quiere ponerla en brazos de la muerte, con su guadaña… con su capucha negra que tapa su cabeza sin piel.
Alberto el pintor, se desmaya, para caer al suelo sin sentido ya que sin comer y sin beber… El cuerpo por muy fuerte que sea acaba por no dar más.
María José, la enferma y guapa amada de Alberto delira cada vez más fuerte, sin saber que el cuerpo de Alberto está tumbado con semblante inerte, en el frio suelo y grita de dolor.
El pájaro azul, figura del cuadro toma vida, parece que la magia desconocida va a tomar las riendas de esta situación.
Se materializa desplegando unas alas azules brillantes desde el cuadro, para posarse en el marco de la ventana.
Una luz cegadora lo invade todo…
El Sol del amanecer envía sus rayos al pueblo y Alberto se despierta poco a poco del sueño reparador.
Alberto está en la cama y su amada con caricias le pregunta que quiere para desayunar…
El pintor solo llora.
Manucueva14 de junio de 2011

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