ÉL
Las hojas más verdes de la estación
ceñirán la frente del que te gane.
Tendrá noches de gemidos y de sueño blando,
tendrá un despertar suave, una caricia
que apenas notará. Tendrá un vaso de sonrisas
sobre la mesilla de noche, al lado de la lámpara.
Y tendrá tu voz, que organizará la mañana a mínimos
intervalos de luz y rescoldos, que no apagará.
Tendrá también tu mirada. Y un plato de comida que
tú le prepararás sobre la mesa. Y tus libros. Y alguno
de tus sueños al atardecer, tras la siesta en el reino de
tu pecho rítmico.
Tendrá tu cuerpo y querrá tener tu alma. Aún así tendrá
solo lo que quieras darle.
Te tendrá a ti.
Y a mí, cuando le digas te voy a querer siempre y
mi rostro y mis labios sonrían en los tuyos.
¿No sabías que tenías que haberme rematado
cuando me fui de tu vida malherido?
