Cada persona tiene un tesoro que llevará consigo hasta que su valor sea tan inmenso que nadie lo podrá comprar. ¿De qué me sirve no querer vender lo más preciado que tengo? ¿Acaso compartir mi tesoro no me enriquecería aun mas? Debo estudiar con cautela a qué defino como mi tesoro.
Con tanto entusiasmo proclamo cuidar de él con cada gota de esfuerzo que me quede. Tenerlo me hace sentir realizado desde cada aspecto de mi personalidad. ¿Qué haría yo sin él?
Mantener mi mente inquieta indudablemente me tendrá fuera de mi objetivo que he dejado casi olvidado. La vida tiene su vaivén pero aun conservo lo que más aprecio.
Desprenderse diligentemente del pasado es comenzar a unir piezas del futuro que el presente brinda cada día y cada hora. No hay oro ni diamantes que puedan negociar con mis principios.
El egoísmo es un reinado de miradas fruncidas que solo hacen que el sol no pueda hacer entrar su luz. El tesoro que mas resguardo estará seguro conmigo y solo conmigo. ¿Hace, accionar de esta forma, sentirme en plenitud?
Lo que des en tu permanencia en este ciclo retornará con creces en esta vida o en las que vendrán. No existirá tesoro que continúe repartiendo la esencia de mi ser en tierra cuando se me acabe el período terrenal.
Mientras tanto las respuestas a las consignas darán a conocer el camino, que se revelará poco a poco en la instancia en que se encuentre el corazón. Atender al peso que mi cuerpo pueda cargar es mi reflexión diaria.
Lo que obtendré no será más que herramientas que me ayudarán a prepararme para lo que se viene. Coleccionarlas sin darle una utilidad solo es juntar polvo que ennegrece la piel.
