Besan mis cabellos las castañuelas,
tienen sabor a ronda preferida,
a sueños de palmeras, sus palmadas,
es fiesta del sol
que corre tras la gracia
en esta raíz de fuego.
Las guitarras enamoran
sobre un tablado que tiembla
ante el brillo de ese porte,
va en tempestad el entrecejo,
chispeante la melena asalta
como saeta de arte
liberando los tacones.
Arde en el cielo una herencia
desde aquella mirada en flor
hasta la mejilla honda,
para que al viento deslumbre
y la sangre mía aplauda.
Autora: María Esther Valiente.