Hola de nuevo a todos, como no tengo aún suficiente imaginación para inventar por mi misma un relato, he querido hacer un ejercicio literario, emulando a otro escritor. He cogido uno de sus relatos cortos y he subrayado en él, varias frases al azar que de por sí dan una breve idea del tema del relato.
El ejercicio básicamente consiste en darle la vuelta al relato y crear algo totalmente distinto de lo creado, aunque el tema sea el mismo.
Espero que esto no sea delito de plagio, por si acaso, diré que el relato es de Carlos Castán y el título original de su obra es La Reina de los Ríos.
El texto entrecomillado es el escrito por Carlos aunque creo que no hace falta informar de ello, pues su calidad literaria es superior a cualquier cosa que yo haya escrito en toda mi vida.
A ver si os gusta:
Memorizo la luz que le nace en los ojos, porque luego me hace falta cuando me quedo solo en mi cuarto y la noche es un negro dolor que no se acaba
Intento olvidar la obscuridad que nace de sus ojos, que me posee y aplasta... Cuando me quedo sola, necesito luz para sentirme protegida. Convierto mi habitación en un altar improvisado, o no, rodeando mi cama de velas blancas.
... yo le escribo una carta en la que quiero que sea una prisionera lejana
Recibí una carta de sus manos, la recogí azorada... Mi primera idea fue tirarla a la basura, pero sin quererlo me convertí en prisionera de sus letras.
... sin papel ni bolígrafo ni nada yo le voy escribiendo esa carta mientras paseo o miro como juegan al futbol los demás o traduzco latín o debería...
Sus palabras escritas, más que en tinta a fuego o mejor aún a sangre y fuego enraizan en mí, el papel en mi mano quema, pero su contenido en mi pecho mata. Me olvido de mis obligaciones, ya no sé si son los chiquillos que juegan fuera al futbol o son mis entrañas las que gritan. Tenía tanto por hacer...
Me quedé sentada.
...El padre Yago es un sádico, quiero decir marica sanguinario, le va lo de dar hostias y también lametones en la oreja y toquineos por aquí y por allá, como el otro día...
No logro entender a Angeline. Es una chica bondadosa, guapa, alegre que siempre que pasa por su lado, se sienta y le sonríe, le coge sus manos, habla con él largas conversaciones. No puedo imaginar que es lo que le produce esa especie de adoración hacia él. ¿Dónde debe mirar cuando no ve, o hace como que no ve, sus babas resecas? ¿y las costras de mierda en la palma de sus manos?
Y lo peor, cómo puede aguantar su mirada, esa mirada pétrea, más negra que una sima en las profundidades del Atlántico.
... Me gusta que me mire por que el trozo de mi vida que se dibuja en sus ojos, al menos ese trozo, está claro que sale ganando
Yo soy incapaz de soportar esos ojos escrutadores, malignos... Evito cuanto puedo mirarlos, pero aún así no puedo dejar de presagiar su mirada clavada en mi espalda, convirtiéndome en un desperdicio humano. Me hace sentir odiada y a la vez muerta.
...También sufro por ella, porque este entorno de gritos y escupitajos, de curas y muros grises, ella no se lo merece.
No puedo ni quiero evitar el asco de su figura encorvada y lasciva. Le temo, sí, me produce pánico y quiero gritarle y escupirle porque es lo único que se merece, pero no lo hago, por miedo.
... Cuando estudias tapado por una manta sólo sacas las manos para pasar la página. Así es mucho más fácil sentirse desolado, envuelto en una manta de soldado la vispera de un examen criminal, pensar...
... en Ella, un gran vaso de café con leche, un edredón de flores que nos cubra a los dos.
No quiero acordarme de él, pero cuanto más lo evito más viene a mi mente... Cuando desayuno, cuando trabajo arropada por una manta o al acostarme tapada hasta la nariz con el edredón de flores, regalo de mi madre..., entonces me acuerdo de él, y el frío y la desolación penetran en mi alma.
... Al padre Yago le encanta golpear a la gente. Hoy a vuelto a tomarla conmigo. Son los peores esos curas que hacen deporte, y casi nunca se pone la sotana, éste va de monitor de boxeo y se cree elegante... Lo verdaderamente asqueroso son sus babas.
Angeline después de conversar largo rato con él en la acera me ha saludado afectuosamente. No lo entiendo sigo sin comprender, quizá sea una hada madrina vestida de tejanos y zapatillas. Nadie en su sano juicio besaría a un hombre así, con esas babas resecas...
... Muere amargamente otro domingo de invierno y lo más gris de todo es esta habitación y el chico que llora en el centro.
En la carta añado: tú eres la herida, el cuchillo y la cuchillada.
No sé si es más pecado olvidarme del cielo por completo o gemir cada noche que su cuerpo Dios me lo conceda.
Es invierno, hace mucho frío, él sigue ahí, embutido en su abrigo roído, con su andrajosa vestimenta, sin moverse ni un ápice, destartalado, aterido, sigue sin moverse...
¡Quizá esté muerto! ¡Ójala! Eso significaría mi plena felicidad, sí, que lo retirasen de ahí que se lo llevaran para siempre jamás, pero su carta sigue en mi mano una vez más. En ella me dice que nunca lograré ser feliz, que mi odio me matará
¿Qué sabrá él de mí? ¿Qué?
En ella decía que mi rencor sería mi puñalada mortal ¡Qué tontería!
Vuelvo a acostarme, rezando y pidiendo a Dios que cuando me levante él ya haya sido retirado junto con su asqueroso carrito de pertenencias.
... Y que estaban allí, dice el tipo. Ella y el Yago todo acaramelados, él habló y su voz es de las que no se confunden. No comprendo todavía por qué no grité ni por qué no pasé la noche arañando la cal de las paredes.
No, no había muerto. ¡Qué va! Angeline se había acostado con él para darle calor. Cuando se fue le dio un beso en los labios, si así se puede llamar a ese conjunto de piel y babas resecas... Le dijo: -"Te quiero" -. No, no me confundo, lo escuché perfectamente cuando al pasé al lado de ellos camino del trabajo.
Estuve a punto de gritar, pero lo único que alcancé a hacer fue dar un saltito y acelerar mi paso. Nunca, jamás, en toda mi vida, había sentido una repugnancia más intolerable. Me pasé toda la noche dando arcadas, tapada hasta las orejas y con temblores... Creo que esa imagen me acompañará hasta el fin de mis días.
... Cada día viene más guapa la muy zorra, su sonrisa pintada ahora de granate, parece más que nunca una sonrisa de puta.
¿Pudre el padre Yago todo lo que toca?
Qué distinto cuando antes soñaba con ella de cuando sueño ahora.
Desde entonces él empezó a cambiar, su ropa, sobretodo su ropa. Ya no hay carrito, ni pertenencias malolientes, sus andrajos han ido desapareciendo poco a poco. Cada día que pasa se va acercando más a un caballero
¿Será Angeline una hada de verdad?
... No he tenido más remedio que pensar en matarla. Es ya de noche, que es cuando debe morir una traidora.
Nadie se preguntó si antes de matar el asesino lloró como un Cristo en Getsemaní, ni si hubiera preferido ir a casa a jugar con su tren eléctrico en lugar de tragarse de un golpe su amargo destino, su marrón, entre los olivos.
Yo que había pensado seriamente en mil y una formas de asesinarlo para quitarlo de enfrente, de la única visión desde mi ventana, y ahora...
Ahora me asomo cada mañana para descubrir e incluso estudiar cada cambio que se opera en él.
Y cada día me trae a la memoria un recuerdo de alguien que no logro atrapar.
Tanto asco que me daba, y ahora...
... Supongo que es esto lo que llaman vivir sin esperanzas, caerse el corazón a los pies, volverse loco. Me figuro a mi alma como una pequeña extensión blanca tirada por los suelos, quemada por los bordes y, en el centro, la potente huella de una bota de un cura del cuarenta y cuatro.
Se han metido la hostia padrecon el coche. Él dicen que saldrá de esta, ella no se sabe.
Parece ser que va a quedar paralítica y con un poco de suerte ningún hijo de puta querrá volver a tocarla ya más veces.
Ella que lo sabía todo sobre terremotos, ella que para mí era la reina de los ríos y de los volcanes. Eso quiere decir que acaso Dios me aprecia.
Pronto bailaré con Bea la canción de un nuevo verano.
Dicen por ahí, las malas lenguas que se han ido a vivir juntos, y también dicen que hay luna de miel prevista.
Lo que no saben, ni sabrán las malas lenguas es que por fin he atrapado al recuerdo.
Él que era para mí tan sólo un mendigo... Se ha convertido en el mendigo de las hadas, y digo bien e incluso más, de las hadas buenas.
Hubo un tiempo en que yo lo amé para poco después despreciarlo. Nunca comprendí su desapego a lo material, y ahora ha encontrado a alguien que lo ha querido y lo ha aceptado estando en la más ruín de las indigencias, y que no le ha importado.
Dios una vez más me castiga, sí, sé que me odia, yo también me odio... Él siempre supo quien era yo, y tuvo siempre razón: mi odio me matará antes de alcanzar la felicidad.
Ahora me pregunto dónde estarán esas babas resecas...
Ahora son mías, se han quedado pegadas a mi garganta y a mi boca.