LA verdad es que se han invertido los valores de una forma casi irracional, ni tan injustos ni tan desválidos, creo que el equilibrio se ha perdido, pasamos de un extremo a otro como lo hacemos al tirarnos de un trampolín de estar arriba a estar abajo, la educación de los valores es en este caso primordial, el ser justos con uno mismo, y con los demás, el excesivo proteccionismo lleva a la familia a un declive total a la falta de disciplina en los hijos, y a violar todas las normas morales de la familia, no con eso quiero decir que tengamos que ser como mis padres y mis abuelos que se trataban de usted, dentro de la confianza ha de existir una cierta jerarquización respetada por todos y consensuada, y para eso hay que luchar mucho y nos hemos vuelto excesivamente pasivos a nivel de valores humanos, casi laxos.
Un beso.
De todos modos, abundando en el título de tu texto, yo nunca he tenido profesores como los que describes; nunca me han levantado la mano ni nada parecido. Y tengo más de 30 años, y de 35 incluso. En mis tiempos se castigaba, se imponía un respeto en las clases, pero nada de golpes que hiciesen saltar los dientes ni algo similar.
A BETH: Pues es una suerte para ti, por que en mis tiempos si que lo hacían, lo cual quiere decir que tú en tiempos del Generalísimo o no ibas al colegio o eras muy pequeña, pero yo he vivido estas situaciones y peores, y estudié en un colegio público de Cerdanyola del Valles, dos años después de irme de esa ciudad, el profesor que yo he llamado D. Manuel, fue expulsado del colegio y privado de volver a dar clases, y te puedo asegurar que lo que menos dolía era cuando te pegaba con la mano.
Un beso
Cuando murió Franco yo tenía diez años, con lo cual si he vivido la escuela en ese tiempo. Y también fui a un colegio público. Será eso, que tuve suerte. Nunca un profesor me levantó la mano, aunque existían los castigos; ponerte de rodillas, o de pie sosteniendo un libro en cada mano durante bastante tiempo; pero maltrato físico yo no he visto.
Marinera:
Me gusto mucho tu historia.
Antes decian por allí la letra entra con sangre y al parecer en tu tiempo ese dicho lo seguían al pie de la letra.
Gracias a Dios mis profesores no me han levantado la mano de esa forma, a lo mucho un jalón de orejas o hacer ranas.
Lo importante es tratar de ser justo y hacer lo correcto dejando enterrada la violencia.
Amiga te has comido una h.
Un gusto enorme leerte.
Sergio.
A BETH: Yo tenía cuando murió 11 años, así que somos más o menos de la misma quinta, y había de todo, buenos y malos profesores, estos sólo eran dos entre un montón, a parte de que esto es un texto de ficción, basado en hechos reales, cierto, pero no real en sí mismo, pero este mismo profesor a mí con 6 años me reventaba las uñas de los dedos con un listón de madera que hacía las veces de regla para medir tan sólo por pedirle una goma al compañero de al lado, tenía muy malas pulgas y demasiado poder en sus manos, seguramente este tipo en su casa era un don nadie y se resarcía en la escuela con sus alumnos.
No voy a entrar más en este tema por que me parece de muy mal gusto que se personalice por el hecho de haberlo escrito en primera persona, de hecho yo vivo muy lejos ya de donde sucedireon los hechos y ninguno de mis hijos por suerte se ha visto implicado en un altercado así, de hecho, actualmente vivo en un pueblo pequeño de otra comunidad autónoma en el que los alumnos, más o menos aún respetan, pero por lo que se ve y se escucha en los medios de hoy día es un hecho muy real y extendido, aunque no vivido en primera persona.
A SERGIO: Bueno, creo que en todos los sitios no fue así, si no que buscaba el antecedente totalmente opuesto a lo que pasa ahora, es una ficción ya lo he dicho, pero hay hechos reales, desgraciadamente que conozco en primera persona que los corroboran,
Mi texto no trata tanto de una denuncia particular si no de una denuncia social de lo actual en plan muy poco generalizado afortunadamente, por que no todos nuestros jóvenes son tan despiadados, maleducados y pendencieros, afortunadamente aún gozamos de una juventud sana, aunque parece ser que la tendencia general se vaya por otros derroteros, dígase botellón, violencia injustificada, escasos valores morales, etc...
Tan sólo es un texto y nada más, sé que el tema es conflictivo y que levanta más de una ampolla pero es como yo he querido reflejarlo, sin más.
Un beso grande y gracias.
Marinera, el tema es delicado pero hay que tocarlo. Esos chicos son los que nos cuidarán en el futuro y si no se pone freno se volverá a repetir la historia. Toda solución está primeramente en la familia.Yo hablo mucho, pero mucho de valores con mis hijos y a veces hasta se molestan por tratar ciertos temas, pero en el fondo todo les llega.Los jovenes necesitan saber que nos preocupamos por ellos.Una vez con mi hijo utilizé la tecnica de darle de lado una semana por una pequeña travesura que hizo.Empezó a mostrarse muy agresivo con sus hermanos,tiraba los cojines y muchas otras cosas.Cuando ví que no se controlaba hablé con él y me confesó que lo más que le había dolido era que lo ignorara.Yo no justifico a los maltratadores pero seguro que detrás de ese niño hay mucha falta de cariño y atención. Un cachetón solo sirve para detener la ira por un momento pero lo que seguro que está pasando hay que solucionarlo de otra manera.Hay que hablarles y escucharles mucho.
a MARI: Educar cuesta mucho, es lo que más cuesta en esta vida, y es en eso en lo que nos jugamos casi el 80 % del carácter y de la forma de afrontar la vida por nusetros hijos, aunque la culpa como dice Beth es en un pocentaje altísimo de los padres y de su laxitud moralista, y por lo tanto, tenemos que seguir luchando por nuestros jovenes para que aprendan a ser personas, a afrontar la vida, a obedecder unas ordenes a respetar unas jerarquias, con las que inevitablemente se van a tener que enfrentar durante toda su vida adulta. Por eso es un tema importante, por eso es un tema conflictivo y por eso a veces miramos hacia otro lado,
Es un texto que quiere invitar a la reflexión y no al recuerdo o a la mirada de un simple observador,
Gracias por tu aportación al texto
Besos.
A BETH: Quizá sea yo la que te deba una disculpa, por creer que ibas en contra del autor, tú como yo dabas tu opinión desde tu experiencia, pero claro, a veces una recuerda en su propia carne los castigos físicos sufridos y se enerva más de la cuenta, es lo que me ha pasado a mí, así que deberías ser tú quién reciba mis disculpas,
Por favor, perdóname.
Un beso
¿perdonadas?
Por mi parte tienes todo está olvidado.
Hay que ver lo cumplidas que somos, debe de ser cosa del tiempo que hemos vivido, que nos educaban en las buenas maneras. Perdonadas las dos, y un enorme abrazo; porque es verdad, somos de la misma quinta.
Me he sentido muy identificado con lo de las viejas normas que se seguían en escuelas y familias para ¿ educar ? a los críos, pues mi escolarizacion hasta entrado en la juventud no conoció otro régimen ( Y había cosas mucho peores ). Colofón sorprendente el de tan increible final que resulta hoy en día hasta grotesco. Felicidades por un relato tan entretenido y educativo para quienes no hayan conocido ciertas cosas que quizá nunca lleguen a creer. ¡Muchos besos!.
A TANITO: Bueno esperemos que no lo conozcan y que sepan contenerse, no son buenos los extremos, es tan difícil un equilibrio que ya no sé que es lo que queremos y buscamos, lo seguro es que no hay que mimar tanto a los niñosni perdonarles todo por que sean jovenes, nosotros también lo fuimos, y aunque las circunstancias fueron distintas, nunca se nos pasó por la cabeza pegar a un profesror por un paquete de tabaco, por ejemplo,
Muchos besos.
Por desgracia esto es lo normal actualmente; pegar al profesor, insultarle, amargarle la vida hasta que mucho piden la baja médica porque no pueden más. La culpa es nuestra, de los padres, que siempre creemos lo que cuentan nuestros angelicales niños, y no les concedemos a los maestros ni el beneficio de la duda. Y así nos luce el pelo y más que nos va a lucir con la generación de cafres que estamos criando ( con respeto para los cafres, pobres, que son una tribu africana; pero es una forma de hablar, fruto de la costumbre)