TusTextos

Recuerdos Encadenados

A veces recuerdo la mar en calma, el murmullo de las olas, el olor a salitre, y veo tus ojos en el cielo dibujados.
Tus ojos, esa mirada limpia y verde azulada, como si en ella cupiesen todos los océanos del planeta.
Océanos cubiertos de plata, de amor y tesón, de vida y orgullo, de sangre y sal, que recorren mis venas cuando en ti vengo a pensar.
Tu mano en la mía, tu alma al ras de mi vida, tus alas invisibles que todo lo rodean, Tu calor en mi mejilla, tu sudor en mi frente, tus pensamientos en mi cabeza, y ahora, ahora ya no puedo tenerte.
Te tuve en mis noches, en mis mañanas, en las flores, en la primavera, en el estío y en el frío invierno. Ahora todo se vuelve otoño, tiempo de recuerdos, de hojas caídas, de grises nubes, de lluvia en el viento.
Viento que me trae el sonido de tu risa, el aliento de tu boca, el murmullo del mar, de nuestro mar, del que nos vio amar, soñar, volar, y olvidar
¿Olvidar? No puedo hacerlo, no contigo, que te llevo dentro, llevo tu cariño, metido en el monedero, y cuando me siento triste lo cambio en sentimientos para que no se me acabe y siempre tenga algo de él suelto.
Solté las amarras, sin pensar que si algún día podía volver ya no estarías varado en la playa, no caí en las mareas, ni en los vientos, ni en las olas que se te llevaron a otro puerto.
Puertos de tierra y rocas, de acantilados y malecones, de hormigón y gaviotas que saludan al viajero.
Viajé tierra adentro y me dejé olvidado lo único que tengo, a mi amigo, a ese que tanto quiero, lo dejé repleto de dolor y llanto.
Lágrimas que derramaste en la despedida, cuando me dijiste. ¿Por qué te vas vida mía? Y yo no supe que contestarte porque mis palabras eran mudas, y tus lágrimas cantos.
Canciones de soledad, canciones de amistad, canciones que intercambiamos en el silencio.
Silencio mudo, emoción en la piel y en el corazón abierto…, se nos abrió un sima como un tajo con puñal de acero.
Acero se hizo el mundo, blandiendo espadas de sortilegios, quedamos separados, ya no había remedio.
Remediamos nuestras penas con cartas y teléfono. El frío se nos quedó dentro. Sabíamos que estábamos condenados para siempre al recuerdo.
Recuerdo el mar, tus ojos, tus manos, recuerdo que eras mi amigo y lo sé porque noto que te llevo dentro.
Marinera05 de abril de 2014

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