La brújula corta el camino de lo andado
señalando un rumbo imposible,
todo un orbe de metáfora
donde las llanuras y las montañas son sueños de almohada.
Un crepúsculo de color indiferente
se asoma extraño a la otra cara;
habitada por raquíticos sobacos, espoliados de sus mendrugos,
donde el pan es moneda alabada.
Un día tras otro, en un ir y venir sin igual,
suplican la fórmula que evapore las diferencias
Y un sollozo largo, repetido y no menos doloroso
Se extiende por las aceras emponzoñando sus huellas...
La sombra insultante, la bruma pegajosa, el dolor en los pies,
Los callos en el alma , todos a la postre,
En unión deliberada destruyen sus fuerzas, inundan sus esperanzas...
¡Tranquilos! No es más que vuestro último sueño antes de... la Nada.