Vengo en misión profesa
de hacerle ver y ojalá entienda
que podrá ser el sollozo que brota del alma
y no se trata de conducta perversa
pero admito sí, me roba la calma
le envenenen la cabeza
cuando pretendo dar un consejo
y lo toman como un ultraje.
Viendo atrás lo que ya he vivido,
extraño el brillo de sus ojos
me acostumbré a lo festivo
queriendo verla disfrutar a su antojo.
Si ella admite mi intención confesa
prometo llenar su expectativa,
hacer que valga la pena
y dejar de ser esquivo.