A veces, cuando los días son grises,
cuando suena el despertador en tu sueño más plácido para llevarte a
rastras a un nuevo día de estrés y agonía, cuando los problemas se
amontonan a tus espaldas, cuando tienes frío, cuando lloras sin saber
porqué algunas mañanas, cuando estás enfadada contigo misma hasta llegar
a hacerte daño.... crees erróneamente que eres una eterna víctima de la
infelicidad. Pero reflexiona sólo un minuto. Cierra los ojos. Respira
muy hondo hasta llenar de aire fresco de nuevo tus pulmones. Siente cómo
tu corazón se relaja, la sangre palpita en tus sienes, tus pulsaciones
bajan. Y transporta tu alma a aquellos pequeños momentos que te hacen
sentirte viva. Las mañanas de domingo cuando entra el sol a sacarte de
la cama, pero hoy no, hoy no que estás acompañada; los días de playa
dejándote arrastrar inerte por las olas; la arena caliente bajo tu
cuerpo; la música que te mueve, que te anima, los sábados por la noche
cuando te preparas para una nueva e intrigante madrugada; las tardes de
sofá y peli bajo tres capas de mantas; las comidas entre nosotras
mirando la tele y riendo con ganas; las mañanas que te levantas y ya
huele a café recién hecho y a tostadas; cuando el agua caliente de la
ducha recorre tu piel reconfortándola por las horas cansadas; las
llamadas a cualquier hora y cualquier día de la gente que te importa y
el sentir de vez en cuando esas cosquillas, ese hormigueo, cuando
determinadas manos recorren tu espalda... Infinitos instantes que
constatan que la felicidad existe sin duda. Y es que te voy a contar mi
secreto: los momentos más grandes son los pequeños momentos.
Marlango82; La busqueda de la felicidad, siempre he creido, que se encuentra mucho m?s cerca de lo que imaginamos. "Felicidades por tu texto", apenas estoy saliendo de su profundidad; muy cierto.
Saludosss...