Paralizado me ha dejado aquel envoltorio azulado,
con mezcla de profundos aromas y gastados vientos lejanos.
Un momento y muchas dudas, en mi bolso fui encontrando,
el cansancio del esfuerzo y el haber querido tanto.
Pinceladas en los ojos y un mirar poco apropiado,
ante el observar de algún porteño poco afortunado.
Miradas de odio, dolor ocultándose detrás de un enfado,
pañuelos secándose ante el calor del no reparo.
Vientos frescos y sureños que nos tentaban con abrazarnos,
caricias y latidos, juegos despiadados y besos de miel.
El milagro de relaciones tan intensas como breves amaneceres,
Despedidas de terminal, una légrima y un avión que se va.