Como una flor de papel, sin vida,
sin esencia, así me siento yo.
Viviendo en un estado de coma eterno.
Siento sobre mi cuerpo el peso del tiempo,
el vacio interior y la inexistencia de mi alma.
Impotente me siento, con el puño metido en la boca
sin poderlo sacar, mordiéndome los nudillos
y sufriendo por mi infinita cobardía.
No soy capaz de exigir un alma,
no soy capaz de enfrentarme a la vida.
Lo único que quiero en este momento
es elevarme a lo más alto del firmamento,
y con un paso estelar
trasportar mi cuerpo a la luna.
Mis demonios interiores que han acallado
sus gritos durante tanto tiempo,
por temor de ser escuchados
ahora chillan,
sacando todo el fuego
de sus gargantas adormecidas.
Envuelvo la luna
con ecos de desahogo.
Caigo de rodillas al suelo,
vacía por dentro,
consumida por el fuego de la ira
que abandonó mi cuerpo
dejando quietud y nada
Ahora, calladas mis voces,
puedo disfrutar del silencio
y del vacio mental.