En medio de un bosque húmedo y sombrío se alza un lúgubre monasterio, con altos muros calados por siglos de soledad. Las gentes que moran por los pueblos cercanos cuentan leyendas sobre aquel lugar, pero nunca una persona desde el abandono del monasterio ha osado penetrar en su interior, pues sobre el callo una maldición imposible de anular.
Cuentan las leyendas que en tiempos de guerra aquel monasterio fue asaltado con gran crueldad por soldados enemigos. Torturaron sin piedad a los clérigos y monjes, y los tomaron como rehenes para negociar. A todas las monjas y religiosas con total perversidad aquellos soldados sus santos cuerpos se atrevieron a mancillar. Las almas nobles de aquellas mujeres perdieron todo su brillo y luminosidad. Día tras día sus llantos por cada rincón se podían escuchar. Los sollozos uno por uno se fueron callando, igual que el latir de sus corazones. Aquellas mujeres fundidas en pena y desdicha ennegrecieron el aura del lugar con su ausencia, dejándolo en penumbra bajo un cielo carente de sol. El día en que la ultima de aquellas mujeres falleció el monasterio quedo a merced de la maleza y la maldad que hicieron de aquel monasterio un lugar maldito. Cualquier mortal que osara adentrarse en aquel lugar, perdería la razón y la cordura, sucumbiendo a una locura que les llevaría a una tormentosa muerte.
Una tarde en la plaza de un pueblo cercano al monasterio apareció un hombre desconocido, con todas sus ropas desgarradas. Como poseído se subió a la estatua de la plaza y comenzó a gritar que todos estaban en peligro y que iban a morir. Un señor lo bajo e intento tranquilizarlo, le pidió que de forma calmada le contara que era lo que le sucedía. El desconocido dejo de gritar, pero su cuerpo daba convulsiones de terror. Miro a un lado y a otro, con la mirada en el suelo y los ojos desorbitados y comenzó a relatar
Hoy en la mañana me encontraba en el bosque buscando setas, encontré un monasterio abandonado y entre en el. Todo estaba invadido por las malas hierbas y pregunte a voces si había alguien allí, de repente, sin darme cuenta una sombra cubrió aquel lugar, llantos y quejidos salían de sus muros. Escuche gruñidos que venían de lo mas alto, las gárgolas que adornaban los tejados despertaron de su prisión de piedra, alzaron el vuelo y comenzaron a chillar con furia, se abalanzaron sobre mi desgarrando mi ropa y arañándome todo el cuerpo, me querían matar. Puede escapar metiéndome en la espesura del bosque, pero nadie esta seguro, esas criaturas despertaron para sembrar el caos y para acabar con todos, hay que poner a todo el mundo a salvo, esos demonios nos quiere poseer
El señor que lo recogió no creyó nada de lo que dijo, pues sus ropas si estaban rotas, pero no tenia arañazos ni heridas en su cuerpo, así que lo dieron por loco y lo expulsaron del pueblo.
A los pocos días encontraron al desconocido junto al tronco de un árbol con el pecho desgarrado y toda su sangre derramada a su alrededor. Todos pensaron que fue un animal salvaje, pero si alguien si atreviera a acercarse al monasterio podría ver que las gárgolas del tejado ya no son de piedra y que sus ojos inyectados en sangre esperan ansiosos la llegada al monasterio de alguien a quien poder enloquecer y devorar.