Esta noche he soñado que podía volar,
como un ave que surca el cielo
gozando de su libertad.
No tenía alas, pero tampoco respetaba
las leyes de la gravedad.
Pasaba por encima del mar,
sin llegar siquiera a rozar sus aguas.
Volando a baja altura, sin mojarme,
podía ver a los peces nadar.
Los delfines me hacían carrera,
pero no me podían alcanzar.
Largos senderos empedrados
pude recorrer, sin tener que caminar.
Mis pies iban descalzos y lo único
que los podía tocar, era la suave brisa,
la suave brisa del mar.
A lo lejos divise unas altas montañas,
y hacia allí me dirigí.
Rocas escarpadas, afiladas y amenazantes
había allí, pero ahora no me dan miedo,
porque esta noche mi espíritu
rompió el candado de su jaula
y conoció la libertad de volar,
y hasta que no salga el sol
así de libre seguirá.
Nada malo me puede pasar,
yo con el dios del sueño hice un pacto;
solo por esta noche le pedí
que de este sueño
yo pudiera disfrutar,
hasta que llegara la hora
de tener que despertar.
Ser feliz, soñando con la libertad.
Solo es un sueño, pero cuando despierte
la felicidad en mí, aun seguirá.