El gran jefe soñó con un caballo enorme y veloz que avanzando raudo y feroz, como una bola de fuego, incendiaba las praderas y acababa con su civilización. La voz de la bestia era más fuerte que una horda de búfalos en estampida.
Cuando el gran jefe despertó; reunió a la tribu y les contó su visión le creyeron loco y decidieron quitarle su jerarquía.
Cuando, al poco tiempo, apareció el tren por las extensas llanuras sus súbitos corrieron a lincharlo por soñar porquerías.
Al poco tiempo de la linchada llegaron los blancos y lo nombraron santo patrón y consagraron su nombre en la primera estación ferroviaria.