Llueve el
silencio en los espejos.
Llueve sobre los cantos.
Sobre los ventanales
sobre las noches bañadas en alcohol y aroma de ginebra
sobre los ojos somnolientos
llueve.
Silencio en el agua.
Tengo los pies descalzos y no los quiero despertar
Junto a mi orilla,
Pasa un hombre con corbata y sombrero
-¿Me da fuego señor?
-Ya no me queda lumbre
-La lumbre está en sus ojos señor ¿Me la presta?
-Ya no me queda fuego
Llueve el silencio sobre
los acantilados.
Sobre los naranjos y la música ausente
Llueve
sobre la palabra divina y sobre las palabras obscenas.
Sobre una vieja pendeja que se apoya
en la esquina pintada de oporto
y aguardiente.
-¿Me da lumbre señora?
le pregunta
-¡Qué dices tú borracho! Yo ya no tengo lumbre.
Quítame los zapatos que me voy a dormir
Sigue cayendo la lluvia en mis pezones.
Y sobre el canalillo de mi blusa mojada
se desliza río abajo la fuente que penetra
como si nunca hubiera caído una gota de agua en la Tierra.
Grietas sedientas se abren como simas.
Llueve el silencio
sobre la madrugada. Sobre los higos maduros
y sobre los caballos desbocados.
-Silencio.......
Está naciendo un niño
-¿No oyes su sonrisa?
- Sí, la oigo, yo soy ese niño
señora.
Ese niño soy yo.
¿Me da lumbre señora?
Voy a morir de frío.
No te mueras de frío.
Es tiempo de cerezas.
Este poema, es uno de los que tengo publicados en mi libro:
DESDE LAS ORILLAS DE MI SOMBRA
del que ya tenéis noticia.
Va por vosotros amigos de mi alma.