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Contra la Corriente

Me rodean ciudades, me rodean personas. Me rodean sus creencias, sus costumbres. Me rodea un río descendiendo, intentando llevarme con su corriente. Me aferro impidiendo que lo haga. Me rodea su búsqueda por una libertad. Me rodea su cultura. Una cultura que habla de la libertad. Una cultura que enseña que la libertad es rendirnos a nuestros deseos, satisfacer nuestros instintos sin restricciones. Entregarnos a ellos.
Me rodean personas en busca de la felicidad. Me rodean personas dejándose arrastrar por la corriente. Me piden que las siga, que seamos libres juntos. Me lo piden con cada facción de su rostro, ensombrecido y adornado con una leve desesperación. Pasa desapercibida para muchos, pero ahí está. No parecen saber donde desemboca el río, a donde los lleva esta corriente. Solo se dejan llevar, confiados en la libertad que esta cultura ofrece.
Me rodean los ídolos de esta cultura. Todos los que se dejan arrastrar por la corriente los adoran, pero no parecen ser conscientes. Incluso lo niegan. Pero su adoración es real, es intensa. Se entregan a la corriente, hacen sacrificios por ella, pero no parecen ser conscientes. Siguen escuchando a la cultura, a la libertad que dice ofrecer. Me aferro con más fuerza, a veces dudando si soltarme o no. ¿Tendrá sentido quedarme aferrada acá, simplemente observando? Todos siguen diciéndome que me deje llevar por este río, por su corriente. Incluso intentaron que me suelte, agarrarme, arrastrarme. Me piden que los siga, que seamos libres. Que no soportan verme así. Con tanta falta de experiencias
¿Sabrán a donde los lleva esa corriente? ¿Sabrán donde desemboca este río?
Me rodean los ídolos de esta cultura. Se pasean en medio de la corriente, imponiéndose sutilmente a los que se dejan llevar por ella, a los que se subyugan a sus deseos, creyendo que es libertad. A veces, se pasean a mi alrededor. Sugieren que me suelte, que no hay mejor manera de vivir que yendo con la corriente, que mi felicidad está en entregarme a mis deseos, a mi codicia. Que mis ambiciones son lo más importante. La corriente cada vez es más fuerte, violenta. Pero hay algo en sus miradas que me estremece. No me atrevo a soltarme. La avaricia y la crueldad están talladas en sus rostros.
Se esfuerzan por esconderlas bajo unas facciones amigables, dulces pero ilegibles. Sus bocas no lo dicen, pero sus ojos sí. Solo se puede apreciar un gran vacío en ellos. Pero a veces se descuidan y lo puedo ver bien, tan claro. Son crueles. Son una promesa del mañana, desangrada en mentiras y odio. Las cosas que prometen, no las pueden cumplir. Vi cómo van pidiendo un grado de mayor sacrificio a toda esa gente que los adoran. Siempre uno más, uno más, hasta que se dan cuenta que se convirtieron en esclavos de los ídolos que decían servirlos. Ellos se convirtieron en sus sirvientes. La cultura les mintió, los engañó. Una cultura que enseñó que la libertad es rendirnos a nuestros deseos, satisfacer nuestros instintos sin restricciones, pero no hay nada que los esclavice más que someterse a los designios de sus deseos, ser un siervo de sus instintos. Por fin, estaba tan claro ante mí.
Ese deseo los elevaba unos segundos para después poder azotarlos con más fuerza y dejarlos caer a un vacío enorme. Esclavizados. Condenados eternamente. Las mismas experiencias que me faltaban, los ahogaban.

Entonces me solté. Vi los rostros de alegría de los ídolos, de sus esclavos que no sabían que lo eran, de la corriente. Sentí la fuerza con la que me golpeaba, intentando llevarse y adueñarse de cada parte de mí. Ya estaban acercándose, ya era suya, de su propiedad. Lo podía ver en sus rostros. Pero empecé a nadar, a correr, a luchar contra ella. Estaba yendo contra la corriente que me rodeaba, contra la cultura y sus mentiras. Pero no estaba sola. La luz me ayudó a ir contra todas ellas. Me dio valor para vivir a un nivel superior a mis deseos, superior a la corriente a la que todos cedían.
El río seguía rodeándome, sus ídolos seguían rodeándome. Toda esa gente seguía diciéndome que me dejara llevar por la corriente, que era más fácil ceder ante ella, que tarde o temprano lo haría. Pero no pasó. Yo seguía yendo contra la corriente.
Melpura28 de agosto de 2020

2 Comentarios

  • Clopezn

    De acuerdo contigo de principio a fin. Difícil llevarlo a cabo.
    Un saludo cordial.

    25/09/20 11:09

  • Melpura

    Una lucha del día a día, no? Gracias, Clopezn!

    05/10/20 11:10

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