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Cuando No Hay Otro Camino

Se detuvo cuando escuchó la mandolina tiritar cientos y redobles y piripeteadas notas de esas dos manos inquietas: eran extrañamente masculinas, de arrugados nudillos y muñecas vestidas con pulseras de lapislazuli...
Las primeras gotas gordas de la lluvia le persuadieron a entrar, siquiera a refugiarse en el umbral de la pequeña cafetería. Así fue que nadie prestó atención a cuantos se detenían, a cuantos entraban a cuantas gotas caían, sólo a la mandolina y a su dueña.
Se dice que ella era viuda y que la mandolina era de su hijo a quien nunca dió cariño; su nombre era Filippo, eso es lo único certero sobre la historia de esa mujer de ojos verdes y labios cerrados. En la plaza las doñas y doncellas por igual, facinábanse a la vista del pequeño Filippo: con su mandolina colgando a sus espaldas, sus rizos castaños cubriendo dos ojos negros e ingenuos; era como un retrato medieval, un pequeño juglar encendiendo tiernas pasiones y dulces maravillas por doquiera que su madre le llevara.
La mujer mantiene un tono barroco, un doliente crescendo que suplica llegar a la nota final, pero que retrocede un paso por cada dos avanzados: es hermosa esta mujer, eso lo supo desde que pudo distinguir en su rostro las dos pequeñas cejas firmes y rectas sobre los ojos verdes de la viuda de Europa.
La lluvia continuó cayendo y la música fluía de la misma forma y los rumores sobre la viuda de Europa de la misma forma:

Ella escondiendo su pasado en la lengua desconocida de su pueblo, se dedicó a amar al hombre de recias barbas que le brindó hospedaje. La lluvia borra toda huella y amedrenta al arrepentido, esconde al inocente y envuelve al enamorado en el misterio de sus danzas y juegos de trueno y relámpagos. La mandolina, con las iniciales "J. i. R y F" talladas a una pulgada del puente, esconde el rostro de ella, desconoce la lluvia a sus refugiados, ama la música sin sentido. Debió continuar su camino, debió llegar a su pequeño cuarto y secar sus ropas y fumar su tabaco, pero decidió quedarse.
La noche se cierra con el silencio de su mandolina y él se aproxima a ella codeandose con desconocidos: debe ser suya.
Mendaciloquus30 de diciembre de 2008

4 Comentarios

  • Mejorana

    Bell?simo texto Mendaci.
    ?Donde est? Mendaciloquus?
    A m? me fascinaba y estaba loca por sus huesos.

    02/01/09 06:01

  • Mejorana

    Bell?simo texto Mendaci.
    ?Donde est? Mendaciloquus?
    A m? me fascinaba y estaba loca por sus huesos.

    02/01/09 06:01

  • Mejorana

    Bell?simo texto Mendaci.
    ?Donde est? Mendaciloquus?
    A m? me fascinaba y estaba loca por sus huesos.

    02/01/09 06:01

  • Mejorana

    La inform?tica est? m?s loca que una cabra.

    02/01/09 06:01

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