La muerte. Siempre evite el tema, no veía razón para hablar de algo raro, desconocido. Si he de morir, me decía continuamente, prefiero hacerlo en la soledad: ¿cómo responder a los llantos que me rodean? ¿a los lamentos de quienes me compadecen, cómo escucharlos?
Le pregunto al hombre que se aparece todos los días a las 7:00 aquí, en mi póstuma morada ¿Qué será el cielo? ¿Viviré eternamente alabando a un Dios que si me habló, lo hizo con códigos misteriosos, con voces secretas?
No me malinterpreten, no estoy molesto, ni inconforme... estoy temeroso; no de morir, sino de saber que muerto viviré igualmente muerto.
El hombre jamás me contesta, sólo sonríe como me sonreiría un cachorro de perro cuando llamo su nombre.
Tantos rostros y tántas lágrimas y lo único que deseo es que se vayan todos...sí, incluso también deseo un último cigarro, quizá por que es el único hogar que conocí.
Ahora recuerdo. Si hay alguien que busco entre el humo y las lágrimas de los presentes... raro, jamás pensé que extrañaría ese rostro.
Mendaci. ¿Qué te ocurre?
Te vas a morir al final de todas formas. Hagas lo que hagas y digas lo que digas.
¿Por qué no podemos ser un poco más agradecidos a la vida?
Anda contéstame que esto está mu aburrío.
Pero te sigo queriendo igual que siempre.
Un abrazo.