El miedo a enamorarse por un error del pasado, el pensar que los sentimientos se gritaban en silencio y las excusas en voz parlante, es algo convencional ser variable, querer amar un día, ver lo complicado que era y desistir, sabiendo que el ciclo se repetiría y el deseo empezaría en el punto de partida con mucha más velocidad que la última vez.
El amor estaba convirtiéndose en un juego de resistencia; era más fuerte quien no se enamoraba y era más astuto él que lograba herir más.
Y quizá, detrás de toda esa fachada de sonrisas y mentiras convencionales no está un corazón roto, sino uno loco. El amor era un juego de demencia, algo volátil, resultaba interesante ver todo el proceso... de lejos, mantenerse a ese margen delgado... pero cuando te resbalas es como si cayeras del onceavo piso de un edificio, las mariposas revolotean en el estómago mientras esperas el impacto para vomitarlas.