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Carta a mi Abuela

Te fuiste sin avisar, no hubo despedida, y aun no he sido capaz de hacerme a la idea de que ya no estás.
Nunca hubo una frase tuya que me marcara, ni una historia en especial, porque le presté más atención a los hechos que a tus palabras. Como cuando me arropabas por las noches hasta por encima de los ojos, porque si no me iba a constipar. O como cuando hacías esas patatas fritas que se quedaban blandas y frías, pero que me encantaban. Aun no he conseguido que me salgan igual. Nunca se te había dado bien la cocina a pesar de tener el título de abuela, pero te encantaba comer. Recuerdo aquella vez que te pillé comiendo gusanitos rojos, y tú decías que no los habías probado mientras te limpiabas la boca torpemente. El médico no sabía qué hacer ya contigo, porque seguías comiendo lo que te daba la gana a escondidas.
También recuerdo aquella vez que te encontraste 50 céntimos en la calle, y me los distes a escondidas, a pesar de que tenías fama de tacaña. Y aquel peluche que me trajiste de la playa, que tú compraste porque enseñaba la cosita y te hacía gracia, y resultó que era Shin Chan, y me encantó.
Me encantaba verte roncar en el sillón por las siestas, porque así podía hacerte perrerías sin que te dieras cuenta, y después enseñarte el vídeo que grababa para demostrar que no estabas descansando la vista si no que estabas dormida como un tronco.
Me gustaba verte fingir que necesitabas el bastón, porque sin él no podías andar, pero que cuando nos dábamos la vuelta te ponías debajo del brazo, como si fuera una barra de pan, y caminabas más rápido.
Y aquella vez que te echaste desodorante en el pelo, y dijiste que esa laca ya no la comprabas más, porque no fijaba bien.
Y aunque yo no soy creyente, cuando me presenté a selectividad me pusiste una virgen y unas velas para ayudarme con mi examen, y te dije que parecía que me habías montado un altar porque me había muerto. Mi madre se rió, porque es lo que le había parecido a ella también.
También recuerdo la vez que probé mis pintauñas nuevos en tus uñas, y en especial uno verde manzana, pero que más bien parecía verde moco, y me dijiste que el del banco te las había visto y te había dicho que dónde ibas tan moderna.
Una vez viniste a casa con un paraguas nuevo que habías comprado para el invierno, a mí me gustó porque tenía un volante alrededor y lunares. No te dio tiempo a usarlo, pero mi madre me lo regaló como recuerdo tuyo, porque sabía que me gustaba.
Aun hoy, 3 años después, cuando suena el timbre pienso por un instante que eres tú. Que aun no te has ido. Aun hoy, cuando me arropo en invierno pienso en ti. Cuando como gusanitos rojos pienso en ti. Cuando me pinto las uñas de verde lo hago pensando en ti. Y cuando veo a una mujer con bastón pienso si de verdad lo necesita, o cuando nadie la ve se lo pone debajo del brazo.
Mercetg12 de julio de 2016

1 Recomendaciones

3 Comentarios

  • Alis

    Preciosa carta a tu abuela,,, se me han saltado las lágrimas.

    12/07/16 07:07

  • Mercetg

    Muchísimas gracias Alis! tengo que decir que mientras la escribía tuve que tirar de kleenex...

    12/07/16 08:07

  • Janet

    Me quede sin palabras porque me hiciste recordar a mi abuela y todavía siento que esta conmigo en cada cosa que recuerdo de ella, fue la autora de que me gustara leer y unas de mis narradoras preferidas de sus aventuras de muchacha.
    Saludos

    12/07/16 10:07

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