Son 24 horas en un reloj, que a mí se me hacen infinitas,
no podría decirte como me siento cada vez que me gritas.
Cada vez que me ves y pasas de largo,
todos esos momentos, son amargos.
Tan amargos, que necesito azúcar para combatir su sabor,
pero esque por más que lo intente no puedo reprimir ese dolor.
Se me nota en la cara, los sentimientos hablan por sí solos,
y mis animos se caen, como cuando derribas bolos.
Esto no tiene fin es un sinfin de agonía,
yo gritando tu nombre al cielo mientras mis lágrimas se corrían.
Pero creo que ya no tiene sentido retener mis emociones,
y de esto he aprendido a no hacer caso de falsas ilusiones.