Estoy muerto. Desde hace años, deambulo en este mar de personas, sin rumbo fijo, con la mirada perdida. Sigo respirando, comiendo y trabajando. Pero no le encuentro sentido a la vida. Siento que soy como una máquina automática, a quien programaron solo para que siguiera caminando, respirando, trabajando y todas esas cosas que hacen los humanos. De seguro, cuando mi cuerpo se agote, no lo sentiré. Porque la muerte se me adelantó hace tiempo, sacandome los sueños, ilusiones y ganas de luchar. Lo que hago no es para vivir, sino para sobrevivir.