Escurriendo sus cabellos y limitando la atomsfera, estaba harta de engendrar silencios y esconder la primera piedra .
De taladrar las paredes con ideas preconcebidas y mirar en torno al molde de una nueva canción.
Ya lo había hecho. Me había conocido.
Y es mentira, los sapos no saben besar y las letras no construyen mundos lejanos.
Los mundos aparecen en la voz del primer paso.
Ella duerme lejana a mis tórridos campanarios, a mis odiosas penas. Ella ahora piensa en mí y me devuelve el hábito.
Ella no sabrá jamás que la coincidencia es lejana, no sabrá que el odio existe. Sólo sabrá que mi amor es auténtico y genuíno, pero tú no digas nada.
Dame un paseo, aclara la conciencia y explica la sintonía que existe entre ella y yo. Porque he de reconocer que me tiene ganado, con revelaciones pasadas y premoniciones calladas.
Sin mostrarme la suela de mi huella me hace comprender que el camino no acaba en las tormentas de aguas pasadas.
Agua vaporosa que se extiende y calla que se muere y no habla.
Dime que todo esto es el comienzo de mi nueva vida, y que jamás soltaremos esta confianza que nos hace querer caminar por las dunas de la imaginería obsoleta, anticuada.
Amo los grilletes sedientos de palabras no inventadas.