El mundo es curioso. Cuando amanece las casas azules se mezclan entre las pinedas y bajo cada tejado se esconde un grito. Yo más de una vez he oído los gritos de Claudia, aunque cree que con una sonrisa mal pintada mis ojos se duermen.
He descubierto que puedo oír los gritos del mundo si me paro a observar desde la ventana.
Y me asusto. Mi mirada ataviada por el pavor de la mañana. Veo mi reflejo en el espejo, estoy asustado, mi miedo me asusta más.
¿Es posible que las buenas personas caigan entre las manos de un torpe?
La justicia está en palabras de un Dios que se marcha cada mañana y regresa por la noche. Cuando vamos a la cama aparece la justicia en nuestro alma y entonces no podemos dormir. Es entonces cuando gritamos.
Hasta que se hace de día.
Dios vuelve a partir, es hora de seguir con la sonrisa y las maneras mal enseñadas, demasiado aprendidas.
