Estoy jugando con mis muñecas
me siento feliz y con mucha paz
oigo gritos desde lejos
pero sigo jugando
¿Qué será?
muy curiosa, me voy hasta
allí, donde estaban esos gritos
y ahí fue cuando todo comenzó
Las muñecas caen al piso
mis ojos estaban llenos
de lágrimas y mucho miedo,
mis manos sudaban
Papá, papá suéltala
papi, deja a mamá
ya no la lastimes
quítate de aquí, me dice
cierra la puerta
y siguen los golpes
agarro a mis princesas
y las escondí
Me tapo los oídos
y lloro, lloro mucho
mucho, mucho
y veo a mamá
Ahí está, asustada
me abraza y dice
todo está bien
no volverá a pasar
Pasan los años
hoy ya soy una mujer
la historia comienza a repetirse
pero esta vez conmigo
papá me pegó
me lastimó
sin razón, lo hizo
sin motivo alguno
me dio una paliza
me dijo que lo merecía
que era una puta
y que me odia por ser mujer
Y desde el día de hoy
sigo escondiendo a mis muñecas
pero esta vez no son juguetes
sino que son mis hijas
Juré amarlas y cuidarlas
siempre, siempre
a protegerlas
pero sobre todo a saber escapar
A escapar cuando le hacen daño
a no callarse y luchar.
hacerlas entender
que el mundo está lleno de cosas
cosas malas y buenas
pero hay algo de lo cual
no podrán escaparse
ese algo les ayudará
Les enseñé
que hay dos cosas
tan solo dos, que si
podrán descansar en ellas
Les dije que había
un lugar en donde ellas
podrán irse
ese lugar, es la música y la poesía.
Hoy soy esposa y mamá
aprendí que la música y la poesía
te saben curar y te enseñan
a perdonar y olvidar.
Muy duro relato, el tuyo, en primera persona, seas o no seas la mujer maltratada. Encoge el corazón y te llena de rabia e impotencia, como el que observa una injusticia al otro lado del cristal sin poder hacer nada. Sin estar en la piel de la protagonista, no sé si la poesía y la música serían mi cura.
Un saludo cordial.