Es como cuando te sentabas a esperar en aquel banco, que un verano predijo brillo, tenacidad, sinceridad, bondad, cariño..., y que ahora sólo es un banco más, porque ya no hallas aquello en él.
Esa es la idea. A veces no es tanto las ganas que le pongas a las cosas o el humor. A veces es ese equilibrio ebrio que te busca, que te distrae, y te deja aturdida para que sólo puedas ansiar y anhelar todo aquello que necesitas: estabilidad.
Me encantaría poder tocarla, dejar de tambalearme y pisar firme como antaño, ya que lo único que consigo es huir, y aterrorizarme por el simple hecho de dejar de ser yo misma. Es tan duro darte cuenta de que no ha sido el tiempo el que te ha cambiado o te ha hecho crecer, sino que ha sido una persona... Jamás me perdonaré eso.
Cuando pierdes la fe y las ganas por algo, todo se complica pues era todo lo que quedaba. No es que ya no quiera volver y sentarme en aquel banco, o que no añore todo ese brillo... Es simplemente que solemos dejar escapar demasiado ese vértigo, que nace del miedo a estar solo, y no nos damos cuenta de que herimos y que puede que las cosas no vuelvan a ser como lo solían ser.
Nunca me gustó rendirme. Pero.. mentiría si no hubiese pensado en ello. Rechazar tanto a una persona, acarrea consecuencias. "No siempre cuando quieras, intenta cuando creas...". Tú no crees en mí.
De momento, el truco consiste en seguir respirando.
