Acurrucada conmigo misma,
desnuda
ante el vacio de mi lecho,
el eco de tu voz se hace patente
alimentando la necesidad
de abandonar este cuerpo
que me apresa.
Necesito despojar mi alma
de la piel que la encarcela.
Derramar mi último aliento,
huir, desaparecer, morir...
Acaso, convertirme en tintura.
Por eso, te ruego:
No dudes. No temas.
Comparte conmigo
la complicidad
de este sueño.
Ven, apodérate de mi latido,
y empapando tus dedos
en mi esencia,
devuélveme a la vida
convertida en garabato.
A veces parece que se nos terminaran las pilas, y solo nos quedaran ganas para sumirnos en un sueño profundo e inacabable. Despertar como garabato no es mala opción, porque pude transformarse en letras que escriban sobre historias de esperanza.
Triste y sentido poema.
Un besico, Paula
Esteban.