Ese Invierno. . .
Era una tarde de invierno, hacía frio, los árboles sin hojas, pero con un aroma a felicidad, pues tú estabas a mi lado. . .
Para mucha gente, el invierno es una estación bonita, que da tranquilidad, felicidad. . . Para mí, el invierno era la mejor época de mi vida, ya no, ya no estás a mi lado, ya ni el invierno, ni la primavera, ni el otoño, ni el verano me parecen bonitos, ya no le veo sentido a nada.
No quiero seguir en invierno, no quiero que siga haciendo frio a todas horas, no quiero arroparme, a mi me gusta andar por mi casa en tirantes y pantalón corto. No quiero, es que ni siquiera quiero seguir aquí. ¿Por qué? Porque todo son recuerdos, porque me atormentan, ya no sólo porque sean mi pasado, sino porque tú sigues siendo mi presente, no puedo dar un paso sin acordarme de ti, porque cada lugar por el que paso lo he pasado antes contigo, porque me duele recordar los buenos momentos y saber que ya no están, estoy harta de atormentarme con mis propios pensamientos sabiendo que no vas a volver, que no vamos a volver a ser lo que éramos.
Odio el invierno, sí, ya no me gusta, en verano te conocí, en otoño me enamoré, en invierno empezamos a salir, y en invierno me hiciste daño. . .
Al principio todo era muy bonito, tú siempre me decías que me querías, y yo, como tonta, me lo creía, me hacías regalos, me dabas miles de sorpresas y me dibujabas un montón de sonrisas en la cara. Me regalabas todas y cada una de tus sonrisas, me hacías sentir la chica más especial del mundo estando a tu lado, me sentía protegida cada vez que me abrazabas. . .
Pero no todo era bueno, al cabo de un tiempo comenzaron los disgustos, las salidas de tono, los problemas que me ocultabas, los días sin verte, y sobre todo, las mentiras. . .
Te fuiste alejando de mí, y lo peor es saber por qué te alejaste esa magnífica tarde de invierno. Te fuiste de mi lado porque ya no sentías lo mismo, no sentías lo mismo antes de que saliéramos, pero quisiste hacerlo para que ese sentimiento volviera a nacer, pero claro, salió mal.
Y tú, preferiste engañarme antes de contármelo, porque creo que hubiera sido más fácil empezar por volver a ser amigos y coger de nuevo confianza, así, hubieras visto de verdad si me querías o no, pero como siempre, tu orgullo y tu cabezonería siempre fueron por delante.
Lo único que te pedía era que te pusieras un poco en mi lugar, porque no sé si lo sabrás, pero yo no soy de piedra, yo tengo sentimientos, y a mí me duele todo esto. . .
Y aquí estoy, en invierno y no sé por cuánto tiempo, esperando el día en el que dentro de unos años nos miremos cara a cara y no sepamos quiénes somos, y no seamos más que dos desconocidos que un día jugaron a quererse. Esperando a que el dolor, el error, se cure solo, esperando que te esfumes como el vago recuerdo que tengo de nuestro último beso, como el vago recuerdo de tus ojos diciendo que me querían. . .
PD: Te quiero. . . (L)
