Este arrebato inimaginable
me vuelve sensible, irracional;
me hace olvidar de lo real,
y de mi ser infranqueable.
Cual brisa fresca de verano,
cargada de intensas palabras
sólo pretendo que abras
este corazón con tu mano.
No existe ya el pasado
ni planes de futuro,
aunque nada se ve oscuro
a la luz de lo planeado.
No hay antes ni después,
sólo un querer compartir
lo que ha querido salir
pero sin buscar por qués.
Súbito, brillante y veloz,
nuestro encuentro parece
una estrella fugaz que crece
al escucharnos la voz.
Más no comparte con ella
su lánguida desaparición,
pues en cada nueva expresión
sólo se hace más bella.